IV

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La miraban mal por los pasillos, sus amigas, o las que se hacían llamar así, le dieron de lado, y de un momento a otro se vio sola en medio de mucha  gente.

Empezaron los motes, inofensivos pensaban algunos, ella es fuerte y no le afecta este tipo de cosas pensaban otros.  Y sin embargo ella se hacía pedazos por dentro poco a poco. Pero nadie nunca lo habría imaginado,  y nadie nunca lo supo. Hasta que todo acabó, y durante un tiempo, corto en realidad, se sintieron casi tan mal como se había sentido ella durante un larguísimo año.

Yo empecé a conocerla cuando el daño ya estaba hecho, y es de lo que más me arrepiento en esta vida. Hacía siete meses que la veía todos los domingos por la mañana en la misma mesa, pero no fue hasta un mes después de verla escribiendo aquellas hojas que la conocí.

Íbamos andando por uno de los pasillos del instituto. Ella en mi dirección y yo en la suya, aunque sin saberlo, cuando la empujaron y se le cayeron los libros que tenía en las manos. En circunstancias normales ella no habría dejado que la vieran conmigo, dado mi estatus social en el instituto, pero aquella vez no le importó.

Le pregunté si estaba bien y la ayudé a levantarse, me dijo que sí que no me preocupara y me dio las gracias, pero al intentar andar vi que cojeaba, se había torcido el tobillo izquierdo. La agarré por la cintura y se apoyó en mí. Le dije que iríamos a llamar a su casa. Un rato después llegaba su madre a recogerla. Y me sonrió, como nunca lo había hecho. Y algo se encendió en mí. Y se apagó cuando ella se fue.

s h e// a.i. [#DreamersAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora