Capítulo 1

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Cinco años. Mi mente recreó todo en un segundo, pero ahora todo parecía tan lejano. Ya no estaban, pero seguía siendo igual de duro.

Mi bolsillo del pantalón comenzó a vibrar y saqué el teléfono sin mirar el identificador de llamadas, pues sabía que mi hermano o Minn estarían buscándome.

-¿¡DÓNDE ESTÁS KENYA!? -Al no responderle, volvió al ataque. -Kenya... por favor...contesta.

Solté un gruñido, pero finalmente hablé -¿Qué quieres, Daniel?

-Min está preocupada..

-Ya voy para allá.- Dije cortante antes de finalizar la llamada.

No me gustaba molestar a Minn, por eso, esta mañana salí temprano sin despertarla.
Tenía que estar aquí, como cada año.

Sé que para ella y para Daniel es muy difícil pensar en mis padres sin llorar, por lo que he preferido venir a visitarlos sola muchas veces.

Ya estaba en la salida del cementerio, cuando una voz masculina llamó mi atención. Volteé y me sorprendí al ver a un extraño corriendo presuroso hacia donde me encontraba yo.

-Señorita, olvidó su bufanda. -Sonrió el hombre mientras extendía hacia mi una bufanda gris.

Tras examinar a ambos, bufanda y hombre; respondí. -No es mía, imbécil.

Comencé a buscar mi auto con la vista, mientras mentalmente me mofaba de aquel extraño que al tratar de ser un caballero, se olvidó de buscar a la damisela correcta.

Cuando llegué al auto, una mano tomó mi brazo. Mis instintos fueron más rápidos y al voltearme solté un golpe que aterrizó en la mejilla del desconocido de la bufanda.

Él soltó mi mano mientras se quejaba repetidamente.

-¡Joder!  ... Que venía a pedirte perdón ¡Y me das una ostía!  ¿Estás loca o qué?-

Antes de que siguiera con su discurso, lo corté. - En primer lugar, no me grites españolito. -Lo mire despectivamente. - En segundo lugar, tú llegaste y me tomaste desprevenida. Y en tercer lugar, ¿Quién rayos eres?

El rostro del hombre delante mío, se volvió inexplicable y su boca se cerró ante mi contestación. Me pareció divertido el hecho de dejarlo sin palabras así que me recargué en el auto mientras crucé ambos brazos, esperando su respuesta.

-Mi nombre es Agustín... Perdón por el grito... pero luego de que una desconocida me golpeara, es normal ¿vale?

-Justo por eso, no hablo con desconocidos. -Saqué mis llaves de auto y abrí la puerta. Cuando me disponía a entrar, de nuevo sentí una mano jalar mi brazo.

Ahora sabía perfectamente de quién se trataba, pero volteé al tiempo que mi rodilla golpeaba su entrepierna. El hombre cayó al instante quejándose del dolor.

Un rayo de culpabilidad pasó por mi mente, así que lo ayudé a incorporarse mientras él seguía inhalando y exhalando sonoramente.

-Tú te lo ganaste. - Suprimí una sonrisa al ver su enojado rostro observarme.

-¿Cuánto más planeas golpearme, eh tia?

Solté una carcajada, mientras respondí. -Siempre golpearé a los extraños que se me acerquen.

Mi respuesta lo hizo sonreír -No soy un extraño, ya dije mi nombre ¿Cuál es el tuyo?

Debatí unos segundos sí debía decirlo o no, pero al final opté por mentir. - Danielle.

-Mucho gusto Danielle, ves, ya no somos extraños. Acepto un café, gracias. -Sonrió de nuevo.

-¿Qué rayos dices? -Respondí.

-Me has golpeado dos veces, Danielle. A los amigos no se les golpea.- Caminó al otro lado de mi auto,- Me debes un café y yo lo he aceptado. Vamos, que hace frio.- Y así, con extrema confianza, entró dentro de él.

Automáticamente abrí la puerta, y también me introduje pero sólo para mirarlo con furia.

-¡SÁL DE MI AUTO, NO SOMOS AMIGOS!

-Bueno, tampoco espero que seamos sólo amigos. -respondió subrayando la palabra "sólo".

Su inteligente táctica desvaneció mi sentido común, así que me limité a encender el auto.

¡Aquí les dejamos un capítulo!

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~Yari y Deb

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