Capitulo 4

39 6 4
                                    

Un sonido molesto me despierta, pero vuelvo a cubrirme con todas las cobijas. Escucho como alguien entra a mi habitación e inmediatamente después todo se ilumina pues Daniel ha abierto de par en par las cortinas dejando entrar la luz. Es mi despertador personal.

-En veinte minutos, baja. -Dice, saliendo de la habitación.
Comienzo a estirarme y miro el reloj para saber sí tengo tiempo de volver a dormir, pero aunque a esta hora normalmente podría, hoy debo levantarme temprano. Suelto algunos bostezos pero finalmente me levanto de la cama, rodeo la misma para estar frente al armario. Decido que utilizaré mi falda favorita, de color azul pastel con una camisa blanca.

Al salir de una ducha rápida, me visto y aplico un maquillaje sencillo con una base ligera, máscara, delineador y un poco de pintalabios. Me calzo unos zapatos de tacón bajo y como toque final; mi collar más querido.
Éste accesorio es algo muy especial para mí, tiene una pequeña Luna junto a un Sol, en mi familia se ha regalado por generaciones de Madres a hijas y ahora es mío. Lo acaricio un momento pues me recuerda tanto a mi madre y al hecho que ya no esté conmigo.
Suspiro y observo por última vez mi reflejo en el espejo, asiento y reviso a mi alrededor sí algo me falta en las maletas.

En la primera maleta llevo la mitad de mi clóset, con jeans, faldas, camisetas, zapatos y demás.
La segunda es un pequeño desastre; metí mi laptop, libros, maquillaje, algunas fotografías, e incluso una bolsa de M&M's y algunos dulces sueltos, porque me encantan las golosinas. Cierro ambas maletas y las tomo con dificultad esperando no morir mientras bajo las escaleras.

-Por fin bajas, apresúrense, es tarde. -Dice tía Minn al verme entrar al comedor con mi rostro agotado por el esfuerzo que acabo de hacer.

Mi hermano toma ágilmente ambas maletas para llevarlas a mi auto, lo que me hace pensar que soy una debilucha y antes de que pueda tomar uno de los deliciosos panes tostados Tía Minn advierte que no podré desayunar o llegaremos "tardísimo".

Hambrienta y algo gruñona entro a mi auto dispuesta a llegar al famoso internado de una vez por todas. Al abrir la puerta escucho.

-¿No piensas despedirte? - Volteo para ver a mi tía mirarme demasiado endulzada para mi gusto.

Carraspeo un poco, porque no sé qué decirle ya que no es un adiós definitivo. Además que bien podría estudiar aquí pero ella decidió enviarme a ese lugar.
-Te veré en vacaciones tía. -Digo.
-Tu hermano estará contigo. Puedes llamarme sí necesitas algo. Cuídate, Kenya.- Habla mientras me abraza por sorpresa. Yo tardo unos segundos en responder el abrazo, pero ella se separa rápido. Finge sonreír y se aleja para despedirse de Daniel.

Me meto a mi auto y enciendo la radio en mi estación favorita, pronto mi hermano entra a suyo por lo que empiezo a seguirlo. Al cabo de varias horas llegamos al instituto.

Estoy bastante hambrienta y tengo ganas de hacer pis, por lo que inmediatamente después de aparcar le pregunto a Daniel dónde hay un sanitario.

Él rueda los ojos y me señala a un costado. Sigo mi vista a donde me muestra y trago en seco.
El internado es mucho más grande de lo que imaginaba. Frente a nosotros está un gigantesco edificio cuya fachada principal, parece una de esas mansiones elegantes de las películas, bueno esa definición es algo ambigua pero es que en verdad estoy impresionada.
De ambos lados del edificio principal se encuentran otros más pequeños que deduzco son los dormitorios. Mi hermano me ha señalado al fondo, entre uno de los edificios, supongo que al final habrá otro edificio pero no puedo ver desde aquí.
Puedo ver que hay una gran cantidad de personas yendo y viniendo con equipajes y papeles. Desde donde aparcamos, todavía tengo que cruzar los jardines para llegar a un sendero más estrecho, donde al parecer se dirigen la mayoría ya que hay algunas mesas con pequeños grupos de gente.

Relación PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora