Tuve un amor de invierno, que me calentó el corazón, después lo congeló y lo rompió en mil pedazos.
Un día me dijo que me había ilusionado demasiado, y yo que podría decir, sí había escrito a Dios un día sobre él y la última parte decía así:
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Con paciencia, con amor, con compromiso, con respeto, con esfuerzo y dedicación sé que lograremos contruir un puente sólido hacía la luz del cosmos y el cimiento siempre vas a ser Tú.