UNA GRAN SORPRESA

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Roma. Italia.

7 de enero del 2020

CAMILA

Estábamos alistándonos para ir a la fiesta de un amigo de María en una casa de campo a las afueras de Roma. Duramos dos horas arreglándolos y al fin nos dirigimos a la fiesta

Al llegar, María estacionó el auto y nos dispusimos a entrar. Habíamos llegado un poco tarde, pero todo parecía que apenas empezaba.

María fue a hablar con Esteban mientras yo fui a comer algo, el hambre me estaba matando, un rato después escuché que María me llamaba, así que me dispuse a ir con ella.

– Camila, te presento a Esteban –

– Hola, mucho gusto, siéntete como en casa. Todo amigo de Mari es bienvenido –

– Gracias. Espero volver algún día, esta casa es realmente preciosa –

– Claro, cuando quieras venir llámame – dijo dándome una pequeña tarjeta con dos números telefónicos. – Mi número es el primero, el otro solo ignóralo – 

– Vale, lo tendré en cuenta – 

– ¿Dónde está tu mejor amigo? se suponía que solo iba por una bebida – comentó María. 

– No sé, voy a llamarlo. Ahora regreso – dijo Esteban desapareciendo entre los invitados.

– ¿Qué tal te pareció Esteban? – preguntó María.

– Es divertido y amable– 

– Te dije que te caería bien. Él es un gran hombre– 

– Procura intentar que no se te note el amor cuando estés cerca a él – comenté burlándome de ella.

 – Ja. Ja. Ja. Muy graciosa. Se suponía que estabas de mi lado –

– Y lo estoy, solo que no pude evitarlo –  

– Ya volvimos– comentó Esteban apareciendo detrás de nosotros junto a un chico algo familiar. Pero, imposible que esto estuviera pasando. Esto no podía ser cierto. De seguro solo es un sueño.

– ¿Se conocen? – preguntó María confundida al notar nuestras caras de asombro.

– No formalmente, Me llamo Pablo – dijo con una gran sonrisa.

– Mucho gusto, Camila – respondí algo tímida.

– Ese es un lindo nombre –

– Gracias – 

– Bueno, ¿Nos van a decir de donde se conocen? – preguntaba Esteban.

– En el aeropuerto, solo fue una mirada – respondí mientras Pablo se sonrojaba, al parecer él no sabía que lo había visto mientras me veía en el aeropuerto.

– Muy bien. María, ¿Qué tal si bailamos un rato y los dejamos que se conozcan mejor? – dijo Esteban guiñándole el ojo a María.

– Claro – respondía María mirándome con una expresión maldadosa. Yo solo me limité a mirarla con disgusto. Sin duda el karma es de lo peor.

Luego de eso hubo un rato de silencio que se volvió incómodo.

– ¿Por qué no vamos a caminar? – comentó Pablo.

– Claro – respondí.

Salimos de la casa y nos dirigimos a los campos donde tendríamos más silencio y más tranquilidad para hablar.

BELLO DEORUM. El principio de los malesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora