Soy Lucas, un chico de dieciséis años, el cual se encuentra en esa etapa en la que está desesperado por conocer a su primer amor.
Para mí, un primer amor debería ser especial, debería ser con una persona que te quiera, pero que te quiera verdaderamente, que te busque y quiera estar contigo, pero algo hay que tener bien en claro y es que, el dicho más cierto que existe en este mundo es aquél que dice: "Nadie es perfecto."
Así que, no creo nunca encontrar una persona que sepa muy bien como entenderme y aguantarme. No creo que encuentre una persona que entienda que, para mí, no es fácil salir a todas partes sin antes ser interrogado por mis padres, sin antes pasar por todas sus dudas, las cuales ellos intentan disfrazar con amabilidad y hacerlas pasar por preguntas inocentes para protegerme, como cualquier pregunta de cualquier otro padre con cualquier otro hijo.
Pero ese es el primer inconveniente, mis padres no son como otros padres convencionales con un hijo perfecto. Ellos son unos padres con un hijo gay, y, ellos apenas lo saben.
Hace unos meses decidí contarles sobre lo que sentía, acerca de mis preferencias y gusto hacia los hombres, claro que ellos, no lo tomaron muy bien.
Es por eso que, a veces, pienso en lo complicado que sería empezar a salir con un chico, no podría verlo seguidamente o invitarlo a casa, no con mis papás presentes, porque, aunque ellos saben cual es mi orientación sexual, pretenden que tienen el hijo más hetero del mundo, supongo que es difícil aceptarlo.
Recuerdo que cuando les dije que era gay, ellos me prohibieron hablar con cualquier persona que fuese gay, obviamente eso me hizo caer en depresión, yo necesitaba hablar con mis amigos acerca de lo nuevo de Britney Spears, el vestuario más irónico de Lady Gaga o la nueva locura que se le había ocurrido a Nicki Minaj.
Fue entonces cuando decidí hacerme nuevos amigos, y más que amigos, amigas. Un nuevo círculo de amigas a las cuales pudiera contarle lo que me pasaba y así fue, conocí a 3 chicas, que poco a poco, se volvieron mis mejores amigas. Una de ellas era Anabelle, otra fue Greta y de última pero no menos importante, ¿o debería decir adorable?, Fabiola.
Con ellas empecé a salir y disfrutar mis tardes, hablábamos acerca de cualquier cosa. Sobre todo con Greta, ella y yo pasábamos horas y horas hablando de cualquier tema, ella me hacía bromas, yo le hacía maldades, cada vez que pasaba un día con ella, me sentía como si este mundo no fuese tan malo, ella restauraba mis esperanzas en la humanidad y en que habían más personas como ella.
Pero no debería dejar a un lado a Fabiola y Anabelle, estas dos últimas eran todo un caso, si se están preguntando como eran ellas, sólo puedo decir que ellas son como una gran habitación llenas de luces y maquinas de burbujas, luces que se mueven salvajemente, en formas sin nombres y a gran velocidad, con una música de ritmo feliz y agradable.
Conocer a estas tres chicas me ayudó a superar el miedo al rechazo que sentía por ser diferente a los demás.
Eso es básicamente todo lo que deberían saber de mí, ¿o debería mencionar otras cosas deprimentes que pasaban en mi vida?, no lo creo, me gusta mucho pensar sólo en las cosas buenas que hay en mi vida e ignorar todo lo malo. Mis padres siempre toman eso como si no me importase nada.
"No es que no me importe nada, pero los peligros que hay en el mundo son demasiados y todos ellos hacen tu vida más corta, desgraciadamente las cosas buenas no alargan tu vida, es por ello que, decido vivir mi vida celebrando las cosas buenas, que quizás no alcance a disfrutar por culpa de las cosas malas." - Es literalmente lo que siempre está en mi cabeza. Es mi lema y mi himno de vida.
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Una historia de... ¿amor?.
RomanceUna historia que cuenta las pocas vivencias de un chico de 16 años, el cual debe lidiar con sus padres por su orientación sexual y, además, en su intento de buscar a una persona que pueda comprender su actual situación y todas sus complicaciones. ...