Capítulo 5: LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO

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Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder
organizador. Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.

En el principio era el deseo, primera semilla de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón, descubrieron por su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.

- Himno de la Creación, Rig Veda

La quinta ley espiritual del éxito es la ley de la intención y el deseo. Esta ley se basa en el hecho de que la energía y la información existen en todas partes en la naturaleza. En efecto, a nivel del
campo cuántico solamente hay energía e información.

Campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico
influyen la intención y el deseo. Examinemos este proceso en detalle.

Cuando una flor, un arco iris, un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo humano se descomponen en sus partes esenciales, vemos que éstas son energía e información. Todo el universo, en su naturaleza esencial, es el movimiento de la energía y la información. La única diferencia entre nosotros y un árboles el contenido de información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.

En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en cantidades minúsculas. Estos elementos se podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferencia
entre nosotros y el árbol no reside en el carbono, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos constantemente nuestro carbono y nuestro oxígeno.

La verdadera diferencia entre los dos está en la energía y en la información.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie
privilegiada.

Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese
campo subjetivamente en forma de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos,
instintos, impulsos y creencias.

Este mismo campo es percibido objetivamente como el cuerpo fí-
sico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo
mismo. Por eso los antiguos videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso es todo lo que existe".

Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque al nivel de la mecánica cuántica no existen fronteras bien definidas. Somos como una onda, una ola, una fluctuación, una circunvolución, un remolino, una perturbación localizada en un campo cuántico más grande. Ese campo cuántico más grande - el universo - es nuestro cuerpo ampliado.

El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la información y de la
energía de su propio campo cuántico, sino que, como la conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese maravilloso sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el contenido de información que da origen a nuestro cuerpo físico.

Podemos cambiar conscientemente el
contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo de mecánica cuántica y, por
tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado - nuestro
entorno, el mundo - y hacer que sucedan cosas en él.

Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes a la conciencia: la
atención y la intención. La atención da energía, y la intención transforma. Cualquier cosa a la cual
prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.

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