Todo tenía sentido.
Caminé con rapidez hasta la sala de conferencias y entré sin hacer ruido esperando que nadie me notara, pero claro, mi suerte era increíble y todos habían volteado al escuchar el crujido de la puerta.
Buenos días -se levantaron y agacharon la cabeza casi al mismo tiempo- buenos días -respondí-.
Pasamos alrededor de 47 minutos escuchando diversas propuestas para acabar con el problema, nuevos datos fueron aportados, casos relatados, hombres importantes se aislaban en nuestras instalaciones buscando una protección que aún no sabíamos si podíamos darles.
Erick -llamé-, no hay hombres vivos ahí fuera, al menos no si hay mujeres cerca. Los hombres que "lograron huir", ¿alguien verificó que fueran hombres genéticamente?, ¿que hayan nacido con pene? -un silencio sepulcral se dió permitiéndome continuar-.
Si nos ponemos a repasar, sólo contamos con reporteras que probablemente renuncien a ayudarnos con los datos cuando sepan que creamos una base que no tiene pensado incluirlas para nada. Ellas viven como lo harían todos los días, a ellas no les afecta esta enfermedad o lo que fuera, son quienes cargan el virus -me levanté mirando a cada uno intensamente a los ojos- los afectados somos nosotros.
Es por eso que sugiero... -volteé con cautela y me aseguré de que la enfermera no estuviera cerca- que experimentemos con Gizéh. Podemos hallar la cura, ella es hasta el momento la única fémina que no ha presentado síntomas ni ha pasado la enfermedad a sus compañeros varones.
Me vieron como si me hubiera salido un tercer ojo justo en medio de la frente.
Este lugar está lleno de hombres capacitados para crear vacunas, realizar operaciones exploratorias, analizar resultados de laboratorio, administrar medicina, entre otras cosas. Tenemos incluso al dueño del hospital -palmeé los hombros de Erick poniéndolo tenso-, si no hacemos nada al respecto no sólo morirán nuestros hombres afuera, moriremos todos aquí dentro. Quién sabe cuánto puede expandirse esta epidemia, sobre todo con el viento de mayo.
Se escucharon sillas siendo acomodadas, volvieron a verme con una mirada distinta, algunos mordían los cuerillos de sus dedos y otros tamborileaban el pie sobre el suelo.
Supe entonces que todos estaban de acuerdo.
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Abnegación trucada.
General FictionDonde Gizéh salva a la humanidad, pero no como ella esperaba.