Capítulo 4

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Erick había firmado mis papeles y la junta había aprobado mi idea, ahora quedaba romperse el cráneo pensando en por qué Gizéh no sufría ningún síntoma o era portadora del mal en cuestión, por dónde empezar los chequeos y cómo haríamos para mantenerlo en secreto frente a los medios para no levantar falsas esperanzas.

No había sido fácil, entendía que ella tuviera miedo, pues yo me había encerrado días antes de empezar por un ataque de ansiedad. Ishvi había hablado con ella para que aceptara, lo cual tomó algo de tiempo hasta que pudo convencerla de que salvaría a la humanidad, pues el resto de chicas que habíamos logrado rescatar en aquellas ambulancias un par de días atrás habían fallecido incluso siendo tratadas en salas especiales, muriendo también sus respectivos encargados desatando pánico en aquel refugio que se suponía "seguro".

Hoy era su onceavo chequeo tras semanas de pruebas, sin embargo a pesar de ser el principal encargado del proyecto de investigación soy supervisado por unas tres personas más que se aseguran de que el proceso haya sido efectuado en óptimas condiciones para no alterar los resultados de los análisis, todo en vano ya que no arrojaban nada que fuera de ayuda o diera respuestas. Ese día sería distinto, ese día les daría soluciones reales.

-Necesito que se vayan- le pedí al par que como de costumbre se había parado detrás mío.

-Eso no es posible, menos ahora que necesitamos seguir uno a uno tus pasos. Logan no está así que debemos poner un ojo más sobre tí.

-Liraz tiene razón -dijo Mictian- no te dejaremos hacer los análisis por tu cuenta.

-Vayan a cerrar el refugio, hoy es el último día que aceptamos rescatados, en cuanto seamos 40 no habrá más cupo para mantener personas.

-¿Qué ocultas?

-Nada, Mictian. Ni siquiera le haré análisis, sólo quiero hablar con ella en privado, pueden quedarse en esta sala si no confían en mí.

-¿Cómo sabemos que no modificarás alguna prueba?

-Las he dejado todas en el laboratorio- Liraz miró hacia ambos lados y tomó el brazo de Mictian.

-Sólo no tardes mucho.

Asentí y los dejé atrás yendo en busca de Gizéh, ella me siguió y juntos nos metimos a una habitación en la que podríamos hablar sin interrupciones. Tenía la sospecha de que aquel par le había pedido a Logan o Lieb que me supervisaran, haría el menor ruido posible.

-¿Por qué estamos aquí?

-Quería un poco de privacidad, me hostiga tener a Liraz, Mictian y Logan detrás en cada muestra de sangre que te saco, como si pudiera trucar la aguja.

-A mí también me incomoda un poco, pero sé que sólo quieren lo mejor para todos.

-Eso es lo que quiero también. ¿Comenzamos?

Cuando me dió luz verde comencé a prepararla como de costumbre, limpié la zona con algodón y antiséptico.

-Necesito que mires al techo. Sonará raro para un doctor, pero sin ellos detrás mío me siento bastante tímido.

-Quiero ver cómo sale la...

-Eres enfermera, lo sabes muy bien. Por favor mira arriba.

Coloqué la banda alrededor de su brazo mientras le susurraba que lo estaba haciendo bien, saqué la jeringa del bolsillo de mi bata, introduje la aguja en el pequeño frasquito y luego le dí pequeños golpes tras sacudir.

-¿Qué te toma tanto tiempo?, sólo sácala y ya.

-Perdón, no encuentro tu vena.

Y no mentía, necesitaba una vena prominente para el propofol. Finalmente metí la aguja con precisión y dejé al líquido expandirse dentro suyo.

-Cuenta conmigo de diez a cero.

-¿Qué demonios hiciste?

Quitó su brazo con rapidez deshaciéndose de la banda elástica antes de caer dormida.

-Nos salvé, eso hice.

Porque ahora era global y ya no sólo a nivel Corea, los medios estaban saturados, miles de familias habían perdido a sus hermanos, padres e hijos. Quedábamos 1082 hombres en todo el mundo y a medida que pasaban los días más suicidios se reportaban por parte de ellos tanto como de mujeres.

-Si resulta ser niña, será una niña sana que no sufra, que no asesine. Si sale un niño...

Besé el rostro de Gizéh sintiéndome menos culpable.

-Pues seremos 1083 hombres.

Lentamente me despojé de mis prendas e hice lo mismo con las suyas, tratándole en todo momento con suavidad y el cariño que le había agarrado en esas cortas semanas, con el respeto que aún podía presumir tenerle tras haber pasado tantas horas juntos. Con todo eso en mente me uní a ella para formar una vida nueva que disminuyera las probabilidades de extinción tanto de los varones como de las mujeres sanas.

-Créeme, los sanos no vamos a extinguirnos -besé sus labios-, realmente salvarás el mundo, Gizéh.

Abnegación trucada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora