Reconfortándolo

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-¿Quieres dejar de esconderte?-protestó Lilian cuando por tercera vez en ese día Daniel se había ocultado detrás de uno de los pilares de la universidad.

El muchacho se asomó.

-Creí que... me confundí de persona.

Lilian observó a su amigo que llevaba puesta un grueso abrigo encima del uniforme.Después de cada clase, se subía el gorro que estaba bordeado por un pelaje blanco.

-Tu casero no va a venir hasta acá a cobrarte la renta, relájate.

Los dos se dirigieron a la siguiente clase: cálculo. Daniel vaciló en la puerta, temiendo que el profesor Kensington ya supiera sobre su encuentro fallido con Grant.

Daniel subió hasta la última fila sin necesidad de que su amiga lo arrastrara como de costumbre y buscó una banca que quedara fuera del campo visual del profesor.

-Resuelvan los ejercicios de la página treinta dos-dijo secamente-.Entregaré sus trabajos de uno por uno.

Abrieron sus libros y mientras Lilian resolvía las ecuaciones entre bostezos Daniel miraba fíjamente a la página.

-¿Qué estás esperando? Son pan comido.

El muchacho se frotó los ojos.

-Creo que estoy viendo doble.

-Tu frente está tibia-dijo Lilian comprobando su temperatura con su mano-¡Profesor! Daniel no se encuentra bien-prorrumpió levantando el brazo.

-No, Lilian-susurró jalándola, pero su amiga se apartó.

-Debería ir a la enfermería.

Con un ademán indiferente, Kesington le indicó que podía retirarse.

-¿Qué esperas? Vamos.

Lo que Daniel más temía, era que Kesington lo juzgara por su debilidad. Seguro que pensaba que su estado tenía que ver con la lección especial de Grant, y Daniel moría por desmentirlo. Pero Lilian ya lo llevaba enganchado por el brazo y con su mochila al hombro.

-Primero quítate el abrigo-ordenó la enfermera agitando el termómetro-.Tengo que descartar que sólo estés acalorado-añadió un tanto fastidiada.

Daniel aguardaba su diagnóstico sentado en la camilla. Con la espalda encorvada se liberó del abrigo y se lo pasó a su amiga.

-Serás bobo-le susurró ella-.Sólo a tí se te ocurre venir como alpinista.

-Tenía frío-protestó, sintiéndose indefenso sin la prenda.

-Quizá tengas una pequeña infección, en efecto estás algo afiebrado-dijo la enfermera comprobando el termómetro-.Quédate a descansar un rato mientras ordeno tu permiso para faltar a clases.

-Suertudo-dijo Lilian inclinándose.

-Sí claro, yo le llamo suerte.

Mientras Daniel se recostaba, Lilian le quitó los zapatos.

-¿Qué fué lo que hiciste en las últimas horas? ¿Comiste algo podrido? Tampoco pareces resfriado.

Daniel se cubrió con una delgada sábana blanca, intentado cubrir su sonrojo. El recuerdo de su encuentro con Grant era tan vívido que temía que su amiga pudiera leer su mente y ver las imágenes claras y sugestivas que se sucedían.

-No hice nada fuera de lo normal-respondió-.Llegué a casa, repasé algunos apuntes, fue todo.

Lilian eligió una revista Cosmopolitan y empezó a hojearla.

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