Capítulo 2

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  Caminaba tranquilamente por la avenida principal, con mi camisa manchada por la sangre de las personas que habían intentado sustituir a mi madre. La gente al ver mi ropa manchada de rojo se alejaban con temor a que les hiciera algo malo, que era lo más probable si se chocaban conmigo o sentía que iban a llamar a la policía. Andaba sin expresión en la cara, ya no sabía que hacer. Había deshecho la rabia que me acompañaba desde los seis años.
Miraba a mi alrededor en busca de algo que me llamara la atención. Entré en una tienda de ropa, agarré la que más me gustaba y pagué con el dinero que le había quitado a los que acababa de asesinar. Me metí en un vestidor y me puse la ropa nueva para pasar más desapersivida, salí de la tienda y seguí caminando entre la multitud.
Sin darme cuenta ya había llegado a un lugar donde habían muchas casas, recordé que tendría que pasar la noche en algún lugar. Encontré una casa que tenía una de las ventanas un poco abierta, sin dudarlo terminé de abrirla y entré. Toda la casa se encontraba a oscuras, supuse que el dueño se encontraba durmiendo. Caminé con tranquilidad por el pasillo hasta llegar a una puerta que estaba medio abierta. Abrí la puerta y encontré un bulto tapado con mantas sobre la cama. Me acerqué para ver la cara de mi próxima víctima. Levanté bruscamente la manta con la intención de despertarlo. Para mi sorpresa me encontré a un hombre de unos cuarenta años con la garganta fuera de su lugar y con las sábanas manchadas de la sangre que anteriormente se encontraba circulando por sus venas.
Como la sangre aún no estaba seca supe que el asesinato había sido realizado hacía unos minutos. Pero lo que más me sorprendía era que había utilizado el mismo metodo que yo había utilizado para matar anteriormente. Me quedé mirando el cadáver con curiosidad hasta que desvié mi atención a una sobra que pasó en frente de la puerta que anteriormente había dejado abierta. Salí rapidamente de la habitación para ver al causante de esa sombra y posiblemente del asesinato, al no ver anda de interes en el pasillo me dirigí al salón.
Al entrar en la sala una mano me tapó la boca para evitar que gritara. Me sorprendí un poco al pensar que la persona que me tapaba la boca podía ser un asesino, nada más pensar en eso me entraron ganas de conocerlo. Con un movimiento rápido de brazo me solté de su agarre para ponerme delante del hombre que me agarraba. Intercambiamos miradas curiosas intentando descifrar la razón por la que sentíamos que nos conociamos. Con un escalofrío en el cuerpo saqué de mi bolsillo el cuchillo que ya no estaba manchado de sangre.

-¿Por qué matas como yo?- fue lo primero que pregunté, él me miró extrañado

-Eres tú la que mata como yo- dijo serio

-Yo mato como se mató mi madre- dije con un pequeño tono desafiante

-Y yo como se mató mi ex mujer-, al oir sus palabras me entró un poco de miedo, aunque no entendía el por qué.

-¿Cómo te llamas?

-Manuel Rivera, ¿y tú?

-María Rivera- no podía creer lo que estaba pasando-.

Tenía a mi padre delante mía. Lo miré con una mescla de miedo y felicidad. Nada me confirmaba que era mi padre, solo que tenía el mismo apellido que yo y que recordaba su cara. Vale, muchas cosas lo confirmaban. Me asusté al pensar que aún quedaba un familiar mío con vida. Él únicamente me miraba un poco sorprendido. Sin darme cuenta estaba entrando en pánico, me asustaba pensar que aún quedaba alguien que me podía querer. Quedé paralizada al sentir los brazos de mi padre rodear mis hombros y aferrarme a su cuerpo, sentí la calidad del amor de un padre. Eso me recordó a mi madre he hizo ponerme un poco triste. Al cabo de un pequello ratito le correspondí el abrazo.

-Te busqué por mucho tiempo, por favor, María, quedate conmigo- dijo con un pequeño tono de suplica sin soltarme.

Pensé un poco en su propuesta, no tenía nada, nadie con quien quedarme, nada con que pasar el rato. Tenía una vida en la que no tenía nada. Me dí cuenta que tener algo, como un padre que me quisiera no sería una mala idea, aún era pequeña y necesitaba que me prestaran atención y me cuidaran.

-Claro papá- dije con una voz suave y sincera

Nos separamos y nos marchamos de la casa con felicidad y tranquilidad.

...

Después de caminar un rato llegamos a una pequeña casita. No parecía muy cara pero pensar que era de mi progenitor la hacía perfecta para mí. Entramos y pasamos la noche, yo en su habitación y él en el sofá.

Al día siguiente dimos una vuelta por las calles de esa ciudad y compramos algunas cosas. Me agradaba pasar tiempo con mi padre, porque era muy parecido a mi madre y eso lo hacía perfecto.

En los siguientes días volví a ir a la escuela aunque esta vez me comportaba de forma más agresiva. También iba de vez en cuando acompañada por mi padre a manchar un poco nuestros cuchillos con sangre de personas ajenas.

Por último, me di cuenta que habían pasado muchas cosas buenas para mi autoestima. Así que ahí me encontraba, de pies sobre la valla del puente más alto de mi ciudad natal, lo suficientemente alto como para que si una persona se caía moriría. Esa era mi intención, irme con mi madre, aunque tuviera que abandonar a mi padre, cumpliría mi mayor deseo, volver con mi mamá. Miré lo que estaba bajo mis pieza, encontré una gran caída. Por un momento me dio miedo pero luego ví a mi madre en el fondo. Siempre pensé que el suicidio era una estupidez pero para ser capaz de matar a varias personas inocentes era cosa de estúpidos, como yo. Estiré mis brazos poniéndome en forma de cruz y me dejé caer dejando que la cabeza fuera por delante. Recordé los pocos momentos felices que había tenido y los muchos malos que habían acompañado mi vida, para terminar, sonreí de forma sincera agradeciendo a todos por haberme dado unos padres tan buenos como los que me había tocado. Cerré los ojos y recordé a mis padres juntos, eso solo lo ví cuando tenía dos años. Pero por lo menos abandoné el mundo con un buen recuerdo.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2019 ⏰

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