Parte única

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A Viktor no le gustaba actuar con chicas porque los gemidos eran demasiado agudos; sobre todo si era una actriz novata que fingía hasta los rasguños en su espalda. Por eso, él era conocido en la industria de los AV [1] por preferir a los chicos. Si había un trío, él se la metía al chico en lugar de la actriz; si era, en cambio, con una fémina, entonces se preparaba unos minutos antes con un video que a él le gustase e intentaba mantener la erección durante toda la filmación.

Sin embargo, él era tremendamente popular entre los adultos. Y, claro, nadie se preguntaría por qué; bastaba con echarle un vistazo a su cuerpo, a su rostro y a su pene para saberlo. Él era una de esas personas ciertamente dotadas de todos lados: buen rostro, excelente cuerpo, voz agradable, y algo entre las piernas que era increíblemente bueno para dar placer. Además, su personalidad y sus personajes casi siempre eran seductores, perfectos para encender a la gente; agregándole su acento ruso, Viktor se había convertido en uno de los más famosos actores porno internacionalmente.

Tanto así que regularmente era requerido para trabajar en otros países.

—¿India?

—Uh, sí. Parece que te volviste muy conocido por ahí últimamente.

Su manager, Christophe Giacometti, era su mejor amigo y superior más querido. Cuando él tenía veinte y recién grababa su primer video, él fue una gran guía, ya que era cuatro años más grande y con más experiencia. Con su cabello rubio, ojos verdes y francés fluido, había sido el más influyente en su carrera desde que le tocó grabar con él una vez. Después de que Chris se retirara hacía dos años y medio, Viktor insistió en que fuera su representante, desechando así a su antigua novia —quien, entonces, se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza— y convirtiéndose en la persona que era ahora.

—Ugh, no. He visto las actuaciones de esa actriz y es terrible —rechazó de inmediato.

Chris suspiró. Últimamente Viktor se estaba volviendo caprichoso. Tenía un par de meses que no filmaba nada y el contrato con su anterior productora terminaría en menos de una semana. Si no se apresuraba y conseguía trabajo para el ruso, entonces los dos se las verían difícil por un rato. El dinero que Viktor ganaba era bastante, pero sus gustos superaban lo excéntrico y casi siempre los billetes volaban como las hojas de papel que eran.

—Entonces... ¿Qué hay de Anya Volkova? Ya has grabado con ella antes.

—Ah, sí. Rígida y ruidosa, ¿la recuerdas?

—Claro. Casi te puso una demanda —rió—. Eso es un no.

La situación era esa: Viktor alegaba mucho sobre los ruidos de las personas en la cama. A su amigo, que siempre convivió con su madre gritona de voz aguda, le desesperaba escuchar algo similar. Valeria Nikiforova era una prostituta; en uno de sus trabajos se rompió el condón y de ahí nació Viktor. Aunque Valeria quería a su hijo, no dejó ese camino sino hasta que él cumplió los quince años y consiguió una beca para estudiar; Valeria actualmente vivía en una pequeña casa, pensionada por Viktor, y preocupada de su propia salud. No es que Viktor no quisiera a su madre por lo que era —actualmente él era algo similar— pero las veces que Valeria llevaba a algún cliente —o clienta— a su casa, la voz era tan alta que se podía escuchar intensamente en toda la colonia.

YOI ● Sex, Life and Love ● ONE-SHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora