La fiesta después de la fiesta (H)

3.7K 36 0
                                    

No se me habían pasado por alto las provocaciones de Dean a lo largo de la noche, sin embargo, tenía que actuar como si no lo notara. ¿Por qué? Por el simple hecho de que él no quería más que un acostón. Yo no podía permitírselo. Ni a él, ni a mí misma. Sería un desagravio para mi reputación, además de que estaría traicionándome a mí y a mis sentimientos.

Si no puedo tenerlo todo, entonces no quiero nada. Eso era lo que mi madre me enseñó y ahora no podía tener una parte de Dean, porque luego necesitaría todo y sabía que no podía tenerlo.

La fiesta estaba llena de jóvenes borrachos, cuerpos sudorosos que emanaban calor y olores de todo tipo. El ambiente había comenzado a ponerse muy pesado. Pero yo seguía bailando y Dean seguía a un metro de mí, con una española, pegándosela al cuerpo, manoseándola y mirándome en el proceso. Yo no quería caer en su juego, no quería rebajarme a su nivel. Necesitaba alejarme, desviar la mirada, pero sentía tal rabia hacia esa maldita española que me obligaba a quedarme allí, pretendiendo bailar, viéndola como si quisiera asesinarla. Lo odiaba. Decidí que odiaba a Dean.

Eventualmente, la noche pasó y los chicos sugirieron que era hora de irnos a otra fiesta, pero yo ya no podía. Me sentía devastada, y me dolía la cabeza. Además, tenía una mezcla de emociones que comenzaba a salirse de control. Necesitaba salir de allí.

Había perdido de vista a Dean durante un rato, y las chicas y yo esperábamos a los chicos afuera. Entonces fue cuando lo vi; lo cargaban entre Lewis y Connor, casi arrastrándolo. Estaba tan borracho que no caminaba y parecía estar dormido, incluso.

A duras penas lo metieron al auto y nos fuimos. Les pedí que me llevaran a casa, pues no creía poder soportar otra fiesta esa noche.

—¿Estás segura? —preguntó Lissa—. ¡La noche acaba de empezar!

—Sí, vamos, Amy, no seas aguafiestas —se quejó Connor, que iba conduciendo.

—No tengo ganas, de verdad. Tal vez otro día.

No dijeron más, y luego me llevaron a mi casa.
Habían pasado más de quince minutos y Dean aún no despertaba. Y entonces, Claude salió con una idea que a todos les pareció adecuada. A todos, menos a mí.

—¿Qué tal si dejamos aquí a Dean? Véanlo, el pobre diablo apenas y puede sostener la cabeza en los hombros. Y no creo que sea buena idea dejarlo en el auto mientras nosotros estamos en la fiesta —todos estaban de acuerdo. Parecía como si yo no tuviera voto. Así, entre Connor y Lewis lo bajaron del auto, y con el máximo silencio posible lo metieron a mi hogar, y lo subieron hasta el segundo piso. Para entonces, él ya había comenzado a despertar y aseguró que podía caminar.

—Lo tengo. Ustedes váyanse ya —les susurré. No estaban siendo tan silenciosos como me gustaría y lo único que deseaba era que se salieran de mi casa antes de despertar a todo el mundo.

Ellos no lo pensaron dos veces y se fueron.  Gracias al cielo tuvieron cuidado al cerrar la puerta.

Pasé uno de los brazos de Dean por mis hombros y lo abracé por la cintura. El corazón se me aceleró. Nunca había estado tan cerca de él y expuesta a tanto tacto. Tomé una respiración profunda y comenzamos a caminar hasta mi habitación. Como pude, y con el mayor silencio, abrí la puerta y comenzamos a entrar.

Había pensado en dejarlo en la sala, pero era imposible, mis padres lo verían y luego necesitaría explicárselos. No podría explicarles que yo había estado de fiesta hasta las cuatro de la madrugada y me traje a mi amigo borracho a casa. Me castigarían de por vida.

—Eso es..., un paso más, así, vamos..., eso es, ya estás.

Cerré la puerta una vez que él estuvo sentado en la cama y fue hasta entonces que pude respirar.

one shots -españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora