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Yoongi;

Cada día tengo una guerra en mi mente, conmigo mismo.

A veces desearía estar muerto, todo me ha lastimado y convertido en todo lo que soy en este momento.

Ahora mi mamá quiere que vayamos a un psiquiatra, no espero nada alentador a decir verdad. Debería tratar de no pensar demasiado en las cosas que están por venir. Todo esto me esta sacando de quicio. Estoy seguro que a pesar de estar en el hospital, no mejoraré.

Un sonido me saca de mis pensamientos.

La puerta.

Knock, knock, hijo —entra mi mamá con una sonrisa lastimera.

—Adelante, mamá.

—¿Cómo vas? ¿Ya desempacaste? —cuestiona mientras se sienta en la orilla de mi cama.

—No, aún no, antes de hacerlo quería pedirte permiso.

—¿Permiso? —cuestiona algo confundida, y la entiendo, en Corea nunca quería salir cuando algunos compañeros me querían sacar de mi habitación, siempre era muy reacio a ese tipo de invitaciones, ahora resulta que sí quiero salir estando en otro continente, irónico ¿no? —¿pero a dónde irás, hijo? Te podrías perder, no conocemos nada de esta ciudad, y no sabes qué tan peligroso puede ser.

No lo dudé, pero aún así deseaba salir y conocer. O simplemente despejar mis ideas.

—Por favor, mamá. —supliqué. —Además creo haber visto un parque o una plazuela no muy lejos de aquí —le aclaro antes que me vuelva a negar el permiso.

—Tenemos que ir mañana al hospital, y no quiero que te me escapes, Yoongi —responde con un poco de humor.

—No lo haré, mamá. Te lo prometo. —trato de esbozar una sonrisa, pero fallo en el intento.

—Bien, puedes ir. Yo pediré una pizza, porque no estoy de humor para cocinar ahora. —contesta parándose de mi cama para dirigirse a la puerta.

—Nunca tienes humor para cocina. —contesto algo divertido y ella se voltea sacándome la lengua como niña de cinco años.

Finalmente se va de mi habitación, me muevo ágilmente por mi nueva habitación mientras busco una chaqueta, mis auriculares y mi celular para por fin salir de mi casa.

Encuentro un asiento sólo en medio del parque, y me siento echando la cabeza para atrás tratando de procesar todo lo acontecido en las veinticuatro horas transcurridas.

Había pasado tanto, no podía creer que me haya alejado tanto de mi país, mi casa, mis familiares, mis amigos, los pocos que tenía en realidad, y sobre todo mi padre. Aquel ser que me lastimó durante el poco tiempo que permaneció junto a mi mamá mientras los trámites del divorcio procedían.

Maldición, dolía, dolía pensar en él, en lo mucho que amé a mi progenitor, y no entendía porque ese amor no era recíproco, no lo entendía. Pues era todo lo que esperaba de ellos, mis padres, un poco de tiempo, amor y mimos era todo lo que un niño de siete años como yo anhelaba en aquel momento. Pero todo se vio nublado por mi padre.

Con el paso del tiempo, mientras crecía yo creía que el motivo de la separación de mis padres era mi culpa, tal vez yo tuve la culpa por haber llegado manchado a casa después de jugar fútbol con mis amigos del colegio, o tal vez aquella vez cuando tiré el jarrón preciado de mamá, tal vez todo eso hartó a mi padre, tal vez mi padre nunca me quiso, y yo nunca lo supe y nunca lo sabré. Porque para mí, ese hombre estaba muerto, enterrado y tres metros bajo tierra.

Tantos pensamientos se me avecinaban a él en aquel momento.

—Hey, Min. —me llamó una voz familiar

Giro para darme cuenta que se trataba de Kim.

—Hey, Kim —contesto muy sorprendido.

—¿Qué haces por acá? —comenta mientras toma asiento a mi lado e imita mi postura.

—Mamá me trajo aquí, quiere que me interne en un hospital psiquiátrico.

—¿Qué? —se gira a verme- pero no lo harás, ¿verdad?—pregunta preocupado.

—No lo sé, hicimos todo el traslado sólo para eso, bueno, no en realidad, pero es como matar dos pájaros de un tiro.

—No puedes ir, Min. —me responde autoritario como si fuera mi hermano mayor o padre.

—No te he pedido permiso Kim, no eres nada mío, no ejerces ningún derecho sobre mí.

—Si lo haces perderás a tu único amigo, Min —sentenció.

—¿Cuál único amigo? De todas formas mis "amigos" se quedaron en Corea, aquí no conozco a nadie.

—Yo, Min. ¿Qué hay de mí, no soy tu amigo?

—No estoy seguro ni de lo que eres realmente, Kim.

🕡🕡🕡

7:35 AM

Ya había amanecido y resulta que hoy debía ir con el psicólogo para ver si era necesario trasladarme a su hospital o no.

Me levanto con pocos ánimos y me dirijo a la ducha para terminar de despertarme.

Ocho minutos después salgo con una toalla alrededor de cintura buscando entre mis maletas algo decente que ponerme, puesto que ayer no me dio tiempo de desempacar.

—Hijo el desayuno ya está listo, puedes ir bajando —llama mi mamá desde el otro lado de la puerta.

—Gracias madre, me estoy cambiando. Cuando acabe bajo. —dicho esto encuentro la ropa adecuada para usar.

Unos vaqueros negros rasgados en varias partes, las cuales dejaban ver mi piel blanca, una remera blanca también muy básica, mis zapatillas adidas negras y para no morir de frío una chaqueta negra.

Si no fuera por mi remera blanca, dirían que me voy directo a un funeral.

Finalmente bajo a desayunar con mi madre.

⛅⛅⛅

Llegamos por fin al hospital psiquiátrico, el cual lucía muy bien. Cuando entramos nos recibió una anciana muy alegre.

—Buenos días, señora —saluda cordialmente mi madre, mientras hace una inclinación típica que hacemos en Corea pero aquí no es tan común por lo cual la señora se le queda viendo un poco raro.

—Buenos días a ambos. —nos sonríe.—¿Qué los trae por acá?

—Venimos buscando al doctor Philip, una amiga me lo recomendó así que quisiera hablar con él. —responde mi madre con mucho respeto.

—Tienen mucha suerte, el doctor acaba de llegar y son sus primeros pacientes, déjenme ver si ya puede empezar a atenderlos.—dicho esto agarra el teléfono a su lado y marca, para luego empezar a hablar. —Sí. No se preocupe, doctor Brooks, ya los hago pasar. —termina de hablar y corta la llamada mientras nos sonríe. -Ya pueden entrar, el doctor los está esperando, al fondo a la derecha.

—Muchas gracias —nuevamente mi mamá hace la reverencia pero esta vez no se avergüenza porque toma mi mano y me guía por el pasillo blanco y pulcro.

—Sigues haciendo las reverencias, omma.

—Ya no me llamabas así, hijo.

—No sé porque dejé de hacerlo.

Nos topamos con la puerta del doctor, y confiábamos en que era esa, puesto que había una pequeña placa que decía su nombre "Dr Philip Brooks"

Antes de entrar al pequeño consultorio mi mamá toma mi mano con más fuerza y me pregunta.

—¿Listo?

—Eso creo —luego de contestarle entramos con paso decidido hacia el consultorio del doctor Brooks.

[Deprezofrenia] »Min YoonGi« /CANCELADA Where stories live. Discover now