capitulo I

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Pov Seina

el viento soplaba fuerte, no era nada de lo que tenía que sorprenderme, el paisaje que podía mirar era el mismo: blanco a la derecha la izquierda. 

—un día más un día menos, qué es mejor morir de frío o morir de aburrimiento.— mire a mi izquierda la pared de madera, usaba rayas en la pared para calcular los días y no perder la noción del tiempo, no me había fijado que hace dos días había pasado cumpleaños.

—estar sola me hace actuar como una vieja.— froté mis manos para darme ánimos, puse mis manos en los barrotes de la ventana y me paré en puntas para mirar al pueblo. desde la distancia.
me gusta ver lo que hace en el pueblo, pero por la distancia en la que me encuentro no puedo ver más que los humos de las chimeneas que salen las casas.

recuerdo que me decían que siempre debo agradecer por las cosas que tengo, siempre agradezco por las cosas que me dan, pero siento que sólo me dan sobras.

—No entiendo mami.— hablé para mí misma y solteros barrotes. Cada mes un aldeano del pueblo traía madera, regularmente una vieja traía cada día un tazón de arroz: al principio venía lleno pero por el pasado los tiempos sólo traía la mitad y últimamente traían mucho menos. con respecto al agua hacia lo que podía, descongelaba la nieve que caía dentro de la pequeña edificación en la que me encontraba y descongelada, me alcanzaba para tomar agua y bañarme

solté los barrotes y camine a recoger la madera que sobraba. Cada mes un aldeano del pueblo traía madera al templo y todos los días traen un tazón de arroz para que coma, miré la poca Madera que me sobraba y apenas estaba a mitad de mes, vivir no era fácil; comía una vez al día, con la madera que traían hacia Fuego y con una vieja olla descongelaba hielo el cual caía cerca de las ventanas, con el hacía agua para tomar, bañarme y cumplir con mis necesidades básicas.

Pero no debía quejarme, mi mamá siempre agradecía todos los días por el techo y el agua, siempre sonreía y decía que siempre hay que decir gracias, que incluso un "gracias" puede ser más fuerte y frustrante que un "te odio". Sinceramente no sabía que pensar al respecto de ello, había pasado por cosas que aún no entendía y no sabía si tenía que dar las gracias por ello, después de todo lo último que sentía por ello era gratitud.

—ya debe ser hora de que traigan la comida.—evité el volver a recordar cosas innecesarias y caminé emocionada hacia una pequeña puerta cerrada con pequeños barrotes de madera, por allí podía ver a través de ella y también me pasaban la comida. A lo lejos veía a un hombre aproximadamente de 40 años, era la primera vez que lo veía venir, casi siempre era un señora. al estar cerca el señor de la puerta dejó el tazón de arroz en el piso, lo dejó algo lejos, tuve que sacar la mano para tratar de poder agarrarlo.

—Muchas gracias seño...—antes de poder alcanzar el tazón sentí como una bota pisó fuertemente mi brazo, el señor que estaba de pie pisoteo mi brazo, un chillido salió de mi boca instantáneamente, dolía mucho. 

—¡maldita cerda!—gritó el hombre mientras movía su pié como si estuviera aplastado una cucharada—¡Te damos de comer siempre y además te damos madera, a cambio de nada! ¡Por tu culpa, murió la abuela del pueblo, por hacerle de comer a una perra como tú!—

—P-perdón señor... No sab-bía...— trataba de hablar pero cada vez más ejercía más fuerza en su pisada.

—¡Solo traes desgracia a este pueblo! ¡Son los peores años que pasamos! ¡¿Cucarachas como tú no mueren tan fácil,no?!— empecé a llorar mientras jalaba mi brazo, en señor levantó su pié y lo me volvió a pisar con más fuerza.

—¡Por favor pare! ¡Duele, d-duele mucho!—

Dispuesto a irse el señor pateó el tazón de arroz haciendo que se esparciera —¡Mierda como tú sola mancha los zapatos de los demás—

Como Fuego En InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora