Capitulo II

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-¿Estas bien?-

El niño estaba despertando con la mira pérdida y nublada, sin expresión alguna, solo agachaba la cabeza con la mirada pegada en el suelo de madera.

Un silencio que parecía eterno para mí, me estaba incomodando la actitud del niño, Pensaba formas para romper con este ambiente que se tornaba triste.

-Emmm y ¿que haces aquí?-

No dió ninguna señal de respuesta, talvez sea mudo. Me distraje en mis pensamientos hasta que el sonido de un estómago vacío se hizo presente, inmediatamente miré al niño que seguía con la mirada baja, parecía que clavaría su cabeza en el piso en cualquier momento.

-Ya veo, tienes hambre- sostuve mi brazo izquierdo con la ayuda del brazo que tenía libre y me levanté para cojer el cuenco de arroz que tenía y sme dirigí a la puerta donde se encontraba el niño.

-Solo tengo esto, es poco, no está muy bueno y además se cayó al piso- me puse de rodillas mirando al niño- Es lo único que tengo para darte- pasé el plato por los barrotes para dárselo. El chico solo miraba el arroz y no hacia nada, me levanté y fui a una esquina del templo para poder arrancar algo de madera de las paredes, al halar un cacho de madera un gran corrientazo me electrocutó, era la barrera que hacía mantenerme adentro.

Al darme vuelta vi que el niño está comiendo poco a poco el arroz, lo que me hizo sonreír y olvidar el corrientazo.

-Gracias...-Al escuchar la voz del niño sentía en mi corazón un sentimiento caluroso.

-¿Te sientes mejor?- pregunté y él solo asintió, parecía que el niño se estaba abriendo un poco. Me dedique a hacer una pequeña fogata, sin hacerle más preguntas al niño, las horas pasaban y el clima aumentaba.

El niño se envolvía en la manta que le dí mientras miraba la fogata, lo que hacía que el reflejo de esta se viera majestuoso en lo lado del cabello rojo.

-Shouto...- dijo y le miré confundida, hasta que me di cuenta que hablaba de su nombre.

-Shouto, suena muy lindo- le miré- Soy Aerin.-

Seguimos hablando con frases cortas; tenía mi misma edad y no era de estos lugares, a lo que me hizo llegar a preguntar ¿porque estaba en lo profundo de un bosque congelado? lo cual hizo que se quedara callado por un largo tiempo.

-P-perdon por preguntar, no tienes que responder, solo olvida lo que te dije.-

Fantástico Aerin acabas de arruinar todo, creo que ese debería ser mi particularidad. Otra vez el silencio se apoderó el ambiente mientras el niño llamado Shouto mantenía en silencio y yo me daba golpes mentales.

-Mi papá...- empezó a hablar- El me dejó aquí- Lo miré más confundida.

-Me dejó aquí para que usara mi particularidad para poder sobrevivir, eso fue lo que dijo, no le entiendo- lo miré con los ojos como platos, sin reconocer que clase de papá hace eso.

-No entiendo, ¿porqué su papá quiere que uses tu cualidad tan desesperadamente?- Shouto se abrazó las piernas en posición fetal-¿Porqué no lo hiciste caso?-

-A mamá no le gusta...-dijo triste- sólo quiero salir de aquí-

Por alguna razón escuchar la palabra mamá en boca de otros me trae nostalgia, le entiendo, haría lo que fuera necesario para agradar a mi mamá, lo que fuera para tenerla. Sacudí la cabeza para alejar mis pensamientos negativos y miré sonriendo a Shouto.

-Por la mañana al amanecer se puede ver el camino que se dirije al pueblo, allá podrán ayudarte para que vuelvas a tu casa- dije tratando de tranquilizar la tristeza en su voz.

-¿Y tú vendrás?-

-¿Yo?-

-Si ¿Porqué estás todo el tiempo encerrada en un templo en medio del bosque?- Al decir eso me hizo recordar la agridulce vida que vivo y el dolor de mi cuerpo.

-Bueno... Yo- dirigí mi mirada a la pared para luego mirar mi brazo notablemente herido- yo también obedezco a mi mamá-

-También quieres llevarte bien con tu mamá-Shouto me miró con una sonrisa pequeña.

-Si, algo así...- agaché la mirada

-suenas triste- me miró atentamente- sabes... Cuando estaba triste y nevaba mi mamá solía hacer figuras de nieve-

Shouto se levantó de dónde se encontraba y cogió un puñado de nieve haciendo una bola de nieve, después de arrancar dos hojas largas y pequeñas rocas hizo un pequeño conejo de nieve con lo que tenía.

-Que tal- dijo sonriendo orgulloso de su creación.

-jejeje- Solté una pequeña risita- ¿Me enseñas?

Pasamos el rato entre pequeñas risas, charlas burlonas de los deformes animalitos de nieve nos quedamos dormidos.

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Me desperté al sentir unos pequeños copos de nieve en mi nariz haciéndome estornudar, miré mi alrededor y vi que había dormido apoyándome en la puerta, al otro lado estaba Shouto dormido también apoyado en la puerta haciendo que estuviéramos cerca cara a cara, noté las curiosas cejas blanca y roja que tenía, no aguanté más y pasé mi dedo sobre su ceja y sus pequeños hilos de pelo que caían en la frente. Shouto a sentir el contacto despertó poco a poco, viéndonos los dos por un largo tiempo, sentía como mi cara se ponía roja mientras el me miraba sorprendido.

Shouto se levantó rápidamente girando el rostro, yo solo lo miraba desde el piso, el se estiró y sacudía sus cabellos, simplemente lindo.

-Y bueno donde decías que estaba el camino al pueblo- sentí un dolor profundo en mi pecho al escucharlo, creo que dormir sin una manta hace que me duela el pecho.

Me levanté lentamente, mi brazo estaba peor que ayer; un color morado con rojo se veía notorio en mi piel.

Hice una mueca por el dolor llamando la atención de Shouto, al ver mi brazo se acercó a la puerta y me miró asustado y preocupado, lo que yo simplemente le respondí diciendo que es una pequeña torcedura, dije con una pequeña sonrisa para que no se preocupara.

Sin saber que hacer para ayudarme con mi herida dio media vuelta y empezó a desamarrar las vendas de su rostro, estiró su mano con las vendas que se había quitado.

-Úsalas para vendar tu brazo- dijo dándome la espalda, ocultando su rostro- Es lo único que te puedo ofrecer por la ayuda- hizo una pausa y siguió- Prometo devolverte el favor-

Cuando tenía las vendas en mi mano Shouto me miró de reojo y salió corriendo por el camino que le mencioné, sentía como una oleada de soledad y tristeza se enrollaba en mi garganta para luego soltar un grito

-¡volvamos a vernos!-

El grito de mi voz sonó por el bosque con la esperanza que lo escuchara, volvía a sentir el lugar solo, se quedó poco tiempo pero me agradaba su compañía, sentía frío el ambiente.

¿Siempre fue tan frío estar solo?

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Editando errores.

[Ilustración Insertada]







Como Fuego En InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora