Le aparté con ligera brusquedad de mí mientras le observaba con los ojos abiertos como platos y sintiendo un ligero calor concentrarse en mis mejillas. No entendía absolutamente nada de aquella situación, la cabeza había comenzado a darme vueltas y apenas era capaz de pensar con mi habitual claridad.
Sentí como el señor Austen me agarró la muñeca que le alejaba para mirarme fijamente a los ojos.
Sus grandes manos, sus profundos ojos...me atraían hipnóticamente a hacer lo que me pidiese. No sé si se debía al cansancio del trabajo o al efecto del vino que habíamos ingerido en la cena, pero había dejado de tener control total sobre mi cuerpo.
-Se ha hecho bastante tarde. -dijo esbozando una seductora sonrisa. - ¿Qué le parece aceptar una invitación informal a hospedarse esta noche aquí?
-L-Lo lamento, señor Austen... P-Pero creo que debería irme a casa...-respondí intentando levantarme, cuando las piernas me flaquearon y él me sujetó para que no cayera.
-Cuidado. -dijo con una voz que me hizo temblar.
¿Por qué? ¿Tanto me había afectado el vino como para que acabase así?
Poco a poco el sueño se fue apoderando de mi cuerpo hasta que mis ojos se cerraron completamente, sumiéndome en el más profundo sopor mientras seguía rodeado por sus cálidos brazos.
Al abrir los ojos, la luz de la mañana me cegó sin compasión alguna, provocando que mis ojos y mi cabeza doliera por el resplandor. Sentía como un fuerte malestar se hacía presente en mi cuerpo mientras intentaba orientarme torpemente. ¿Dónde diantres me encontraba? No era capaz de recordarlo.
Me incorporé lentamente, tratando de acostumbrar mi vista hasta que pude ver claramente lo que me rodeaba. Me encontraba sobre una enorme cama con suaves sábanas de seda y enormes almohadas de plumas. El resto de la habitación también se me antojaba bastante grande y lujosa, como si formase parte de la mansión de un rico conde.
-Buenos días. -dijo una voz que entraba en la habitación. - ¿Ha dormido bien, señor Carroll?
El señor Austen había aparecido con una enorme bandeja en sus manos que colocó sobre mi regazo. Aquella bandeja era de plata y tenía varios platos con una pinta deliciosa, provocando que mi estómago rugiera y me avergonzase un poco.
-Supuse que tendría hambre, así que le pedí a Phillip que le preparase el desayuno. -dijo sentándose en el borde de la cama con una sonrisa. -Que aproveche.
-G-Gracias. -respondí mirando embelesado todos aquellos manjares.
Apenas me di cuenta de cuando mis manos se habían abalanzado sobre los platos y había comenzado a devorar uno por uno cada alimento para saciar mi apetito. Estaba tan absorto en paladear todo aquello que apenas presté atención a lo que el señor Austen me estaba diciendo.
- ¿Qué me dice entonces, señor Carroll? -preguntó con una sonrisa amable. - ¿Le gustaría que nos viésemos más a menudo?
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¡Extra! ¡Extra! Él es mi amante (Yaoi)
RomanceArthur Carroll es un joven novelista que vive en la Inglaterra victoriana de mediados del siglo XIX, su sueño es llegar a contar historias que destaquen e impacten en la sociedad y así llegar a convertirse en uno de los mejores novelistas de su époc...