A la tarde siguiente, acudí a la mansión del señor Austen, tal y como me había pedido en su carta. Permanecí unos minutos delante de la puerta mientras intentaba alejar los recuerdos de la última vez que había estado allí.
Me acerqué a la puerta, dispuesto a llamar para poder entrar justo cuando ésta se abrió y del otro lado, apareció Phillip con una sonrisa educada.
-Bienvenido, señor Carroll. El señor Austen le está esperando en la biblioteca. -dijo mientras me dejaba entrar al interior de la mansión.
Apenas presté mucha atención a mi alrededor, todavía recordaba bastante de la última vez que había estado en aquel lugar. Cuando Phillip abrió la puerta, la imagen del señor Austen me dejó completamente perplejo. Sentado en una gran butaca, su postura y su expresión le conferían la apariencia de una deidad que se esmeraba por elaborar una exquisita obra de arte.
-Señor. -le interrumpió el mayordomo, provocando que regresase al mundo real. -El señor Carroll ha llegado.
- ¡Arthur! No sabes lo ansioso que estaba por tu visita. He deseado que llegase este día desde nuestra última reunión. -exclamó felizmente mientras se ponía en pie para acercarse a mí.
Extendí tímidamente mi mano, sin embargo, apenas llegué a elevarla ligeramente cuando los brazos del señor Austen rodearon mi cuerpo, sorprendiéndome completamente.
-Cierto, supongo que no debe resultar nada cómoda está situación tan violenta, dado que no hemos vuelto a hablar desde aquella noche.
-Lamento haber sido tan... descortés. No me esperaba que usted... que fueses a hacer algo como eso. –respondí mientras la imagen de aquel beso reaparecía de nuevo en mi mente. –Quiero decir... r-respeto su vida privada, puesto que no es de mi incumbencia, pero, preferiría que no se tomase tantas libertades conmigo.
-Supuse que ese era el motivo por el cual no volviste a visitarme. –esbozó una sonrisa de complicidad. –Bueno, ahora que estás aquí. ¿Qué tal si nos tomamos una buena taza de té?
El señor Austen hizo una pequeña señal para que Phillip fuese a preparar el té. Seguidamente, volvió a mirarme y me ofreció echar un vistazo por su amplia biblioteca, que recopilaba multitud de títulos de la mejor clase. Muchos ya los conocía por haberlos leídos hasta la saciedad, mientras que otros, apenas podía conocerlos simplemente con leer su título. En algún momento, me detuve frente a una fila y permanecí unos minutos observándolos con detenimiento.
-Veo que tiene muy buen gusto, señor Carroll. –susurró cerca de mi oído, erizándome la piel. - "Las plumas del alma", -comentó mientras cogía un libro que llevaba escrito el titulo sobre un papel que había sido puesto a mano. -O al menos ése sería su título si el señor Oliver Wilde hubiese decidido publicarlo.
- ¿Ése libro es del famoso novelista Oliver Wilde? ¿Ése Oliver Wilde? –exclamé sorprendido.
-Sí, lo conocí hace seis o siete años. –respondió mientras me ofrecía el libro. –Tuvimos una relación de trabajo, yo todavía estaba comenzando en el mundo de la literatura cuando me pidió que leyera su manuscrito y le diera mi opinión. Lo encontré bastante revelador y he de admitir que me ayudó a expandir mi mente un poco.
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¡Extra! ¡Extra! Él es mi amante (Yaoi)
RomanceArthur Carroll es un joven novelista que vive en la Inglaterra victoriana de mediados del siglo XIX, su sueño es llegar a contar historias que destaquen e impacten en la sociedad y así llegar a convertirse en uno de los mejores novelistas de su époc...