La Confesión

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Matthew Johnson


Ya iba directo al club este lunes la mamá de Oliver nos preparó el

pastel, para aclarar ese pastel es delicioso. Iba muy feliz pensando en

aquel delicioso pastel hasta que algo interrumpió mis pensamientos.

-Amor!- ahí estaba, la mujer con la que iba a pasar toda mi vida... o eso

creía.

-¿Qué pasó linda?- ella me abrazo parece feliz.

-Nada solo quería despedirme de ti-

-Te aseguraste que ya no estuvieran otros alumnos que no fueran de

clubes?- ella se encargaba de eso antes de irse.

-Si y- un sonido fuerte la interrumpió sonó como si hubieran cerrado la

puerta de un salón con bastante fuerza.

-¿Qué fue- me interrumpió.

-Nada! De seguro los de fútbol volvieron a desviar la pelota... Oh!

Corre ve a tu club se te hará tarde!-

-Ah claro! Nos vemos luego- nos dimos un beso de despedida y vi

como se fue.

Ella era Paula Molina una mujer muy agradable y mi prometida. La

conocí en la universidad y desde ahí nos enamoramos, decidimos

trabajar juntos en la misma escuela. Ella es muy amable, guapa, tiene

los ojos verdes y pelo rubio largo además de que tiene un buen cuerpo

pero en realidad lo que más me gusta de ella es su personalidad.

Después de estar tres años de novios le propuse matrimonio cuando

cumplimos cuatro años. Aún no ponemos fecha para la boda por el

trabajo y por eso lleva siendo mi prometida desde hace ya dos años.

Obviamente ni Oliver ni Bianca saben que Paula es mi prometida y

mucho menos Azul.

Azul Borges la chica que creí haber perdido volvió a mi vida y no se

que hacer. Hace años que no veía a Azul no se si aún sigo sintiendo lo

mismo por ella y estoy seguro que yo amo a Paula, al menos ha sido así

durante seis años antes de que llegara Azul.

¿Acaso yo sigo enamorado de ella? Ahora que llego Azul todo es

confuso y hasta llegó a olvidar a Paula cuando estoy con Azul o si

estoy con Paula pienso en Azul. No puedo seguir así, Azul es mi

alumna y Paula mi prometida y así se va a quedar.

Un grito me sacó de mis pensamientos, ese grito era Azul estoy seguro.

Corrí como loco hasta que vi como varios chicos salían de un salón.

-Hey! Esperen!- no pude ver quiénes eran, traté de ir tras de ellos pero

ya era muy tarde.

Ahí es cuando me di cuenta...Azul! Entre al salón y ahí estaba Azul

tirada en el suelo, sentí una enorme presión en el pecho. Ira,

Una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora