La mañana templada del mes de septiembre cubría al pequeño pueblo de Hawkderville cerca de la frontera entre Indiana y Kentucky; las clases habían empezado apenas hace un par de semanas tras unas largas y calurosas vacaciones de verano, los chicos y chicas guardaban sus trajes de baño y ropa cómoda para comenzar a desempolvar los abrigos. Will Wilkins se acababa de despertar, la alarma de su despertador timbró tres veces sacándolo de su plácido sueño; tenía media hora para vestirse, desayunar e irse a la escuela a pie, no le gustaba tomar el autobús escolar y su padre no estaría dispuesto a llevarlo, no sólo porque no tenía un auto, lo vendió hace mucho para pagar deudas. También porque su relación con él ya no era la misma que hace cuatro años tras el accidente, podría decirse que su padre lo odiaba y el sentimiento era mutuo.
Will se levantó de la cama y comenzó a vestirse, un pantalón de mezclilla azul y un suéter negro con cuello de tortuga para cubrir la horrible cicatriz que cubría la parte izquierda de su pecho y trepaba por su cuello, después de eso cepilló su rubio y lacio cabello y finalmente bajó a desayunar, ya no había tiempo de ducharse, lo haría esa misma noche. La casa estaba hecha un desastre como siempre, nadie lavó los trastes de la cena, si es que unas salchichas hervidas con cátsup y un vaso de leche se podían considerar cena. Jeff Wilkins, su padre, estaba dormido (o desmayado) en el sofá y apestaba a alcohol rancio y a tabaco, tras el accidente era lo único que hacía, beber, fumar, dormir y hacer la vida de su hijo miserable cada día, más de lo que ya era, el hombre ni siquiera trabajaba, él y su hijo vivían de la pensión por viudez que recibía desde hace cuatro años pero la mayor parte de ese dinero se iba en el vicio de Jeff, su hijo tenía que conformarse con ropa maltrecha y rota, una comida al día y útiles escolares que encontraba abandonados en los pasillos de su escuela; Will tomó dos panes de la bolsa y los colocó en el tostador y se sirvió un vaso de leche, lo último que quedaba en el cartón.
Comió y bebió rápidamente, le quedaban aún quince minutos para llegar a la escuela, los ronquidos de su padre eran bastante molestos, escuchó el autobús pasar y detenerse frente a su casa e irse diez segundos después, no comprendía por qué continuaba pasando por su casa si el chofer sabía perfectamente que nunca subía, procedimientos de rutina quizá. Esperó dos minutos a que el autobús se alejara más de su casa, se puso la mochila en su espalda y salió, cerrando la puerta con cuidado para no despertar a su padre, en el tapete fuera de la casa que tenía la inscripción "bienvenidos" estaba el periódico del día con la fecha en la parte superior, 19 de septiembre del 2007 pero a él sólo le interesaba la sección de tiras cómicas, sobre todo las de snoopy y Charlie Brown; acostumbraba a leerlas en el recreo y en sus tiempos libres, de cualquier forma no tenía con quien charlar.
Emprendió su camino a la escuela sumergido en sus pensamientos, y pensando cual sería la rutina de hoy, en el suelo encontró la rama caída de un árbol la cual recogió y al caminar iba golpeteando con ella las cercas y enrejados de las casas de sus vecinos que seguramente cada uno ya estaría en sus respectivos trabajos, pasó frente a la casa del señor Baylock, un anciano amable, bonachón y atento con todos, y en el patio estaba Milo, su perro poodle quien saltaba para saludar a Will.
-hola amigo- dijo Will acariciando la cabeza del perro y este respondió lamiendo la mano del chico, le obsequió la rama para que la mordisqueara un rato para después seguir su camino, el pequeño perro lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista.
Por fin llegó a la escuela secundaria Theodore Roosevelt de Hawkderville, Will acababa de entrar a primero de secundaria al regreso de las vacaciones de verano junto con sus demás compañeros pero a él no le entusiasmaba la idea tanto como a ellos; detestaba la escuela y a todos en ella pero sobre todo a Julian, Kenny, Henry y Steve los cuatro bullies que hacían imposible su vida escolar desde tercer grado cuando él recién llegó al pueblo tras la tragedia que aquejó a su familia; no podía tener ni un momento de paz dentro o fuera del colegio, ahí lo esperaban sus abusadores y en casa su ebrio y temperamental padre, luego de una aburrida ceremonia donde el director Cooper le dio la bienvenida a los de séptimo grado todos se fueron a sus aulas. La primera clase comenzaba en cinco minutos, acomodó sus cosas en su nuevo casillero mientras el mar de alumnos pasaba detrás y al lado suyo, en eso sintió un empujón en el hombro, era Julian y los otros tres chicos que no desaprovechaban ni un minuto para comenzar a joder al pobre Will.
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Jane, nunca más
Horroren Hawkderville, Indiana. un chico que sufre Bullying por parte de sus compañeros de escuela, el desprecio del pueblo y los abusos de su ebrio y despiadado padre, encontrará una amistad muy rara en Jane, la chica nueva del pueblo; pero Jane no es lo...