Jane, nunca más

4 Jeff Wilkins.

Al día siguiente Will se fue más temprano de lo normal a la escuela para esperar a la nueva chica, pensó que si tan sólo quizá era el primero en darle la bienvenida y trataba de ser amable con ella sería más probable que no fuera a creer todos los rumores y habladurías que seguramente escucharía de boca de sus compañeros. Nuevamente la mañana era fría, las hojas de los arboles caían cada vez más para dar paso posteriormente al invierno, Hawkderville se cubría de nieve cada diciembre quitándole un poco el aspecto tan asqueroso y decadente que poseía.

Al estar esperando la llegada de su nueva vecina en la entrada principal del colegio, se terminó topando con Julian y los otros cosa que iba a ocurrir tarde o temprano, este pasó junto a él y le dio un golpe a mano abierta en la parte posterior de la cabeza sacudiéndole el cerebro.

-¿qué pasó Wilkins? Ya pasó un día y sigues apestando a meados- exclamó Julian dándole golpecitos en la mejilla a Will, el muchacho puso sus dos manos alrededor de su boca para vociferar- TENGAN CUIDADO CON WILKINS, ULITIMAMENTE LE DA POR TENER ACCIDENTES EN SUS PANTALONES.

Los alumnos que estaban alrededor, en el patio y bajando de los autobuses escucharon las palabras de Julian rompiendo en carcajadas, ya era más que sabido por todos lo ocurrido el día anterior; pasaban junto a él y se tapaban la nariz, fingían arcadas y algunos otros escupían a los pies de Will y él como siempre no podía hacer nada para defenderse, aun si lo intentara saldría perdiendo, no estaba hecho para pleitos y confrontaciones físicas.

Por lo mismo recordaba algo que le sucedió hace dos años, cuando estaba en quinto grado, ya se había ganado la fama de ser el chico deforme de la escuela tras lo de la piscina; primero fue el chico nuevo, no tenía problema con eso, como sea con el paso de los meses dejaría de serlo, pero no, tenía que quitarse la camisa para nadar pero el título de deforme nadie se lo quitaría nunca. Fue un martes, al final del día, de hecho fue la razón por la que dejó de tomar el autobús, toda su clase subió al autobús número 11 para volver a sus casas, Will se sentó hasta atrás, evadiéndose de los demás y evitando las miradas de sus compañeros; miraba por la ventana, la escuela, los automóviles, las calles y las casas se perdían mientras más avanzaba el armatoste amarillo, veía a las amas de casa podando el césped de sus jardines y cocinando la cena a través de las ventanas de las cocinas, y a la vez imaginaba cual sería la razón del día por la que su padre se enfadaría con él, el día anterior fue porque no dobló la ropa limpia como se lo ordenó, dejándole marcas en la espalda con su cinturón que para entonces todavía le dolían al recargar la espalda en cualquier parte.

Mirando hacia enfrente se percató que en el segundo asiento de adelante de la fila izquierda Julian se secreteaba con sus amigos, mirando constantemente hacia su dirección y riéndose, no como si estuvieran burlándose de él, era algo peor, casi como si un pelotón de soldaos estuvieran ideando un ataque al cuartel enemigo. Will desvió la mirada de ellos, ahora mirando al suelo, en eso el señor Fletcher, conductor del autobús gritó.

-calle Elm, bajen chicos- por lo menos cuatro alumnos del salón de Will vivían en su misma calle, aunque su casa era la más apartada de todas, si se caminaba medio kilómetro al este se llegaba a un bosque para finalmente llegar al estado de Kentucky.

Will y los demás bajaron del autobús, ni él ni el señor Fletcher se dieron cuenta de que Julian, Kenny, Steve y Henry bajaron también a pesar de que no era su parada. El chico caminó hasta la entrada de su casa sin percatarse de que estaba siendo seguido, estaba sacando la llave del bolsillo del pantalón cuando escuchó una voz tras él.

-hola Wilkins- era Julian, a su izquierda estaban Henry y Steve y a su derecha Kenny, lucían como esas pandillas de las películas de peleas callejeras, casi como Alex y sus drugos de la naranja mecánica.