Habían pasado varias semanas
Desde el horror de su cruel desengaño
-Tiempo lentificado por el daño-
Y contempló el mundo por sus ventanas:
Presenció el asco y la impiedad humanas
Y Dios se le mostró como un extraño
Sombra ahora donde luz hubo antaño
Mundo esculpido por manos tiranas
Se ahogaba en una honda depresión
Epilepsia que al alma sacudía;
No salió en días de su habitación
Buhardilla de libros fría y sombría
Se oían los aullidos de agonía
Del Ser que clama por su salvación[Escena I: Rafael Lechowski]
Es de madrugada y la ciudad está en profundo silencio. En una esquina de su habitación, Quarciso se encuentra de rodillas en el suelo. Demacrado y desquiciado, reza y habla solo. La luz del fuego de la chimenea desvela levemente el caos del espacio en el que se desenvuelve la escena. Desde la estancia inferior, la anciana madre escucha con miedo los borrosos soliloquios de Quarciso
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Quarcissus
PoesíaEs la historia de un héroe profundo De esos héroes sin capa ni espada Que cargó la gárgola de la nada Y a hombros del alma las penas del mundo Reflejó lo oscuro del Ser inmundo