Capítulo Uno (1)

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"¿Que piensas de la comida Tailandesa?"

Hernán rodó sobre su espalda, estirando sus piernas. Estaba casi dormido cuando su teléfono empezó a sonar. Como siempre, Juan Ángel fue directo al grano. "Su pollo frito es un KFC barato"

Juan Ángel rió, "Es por eso que te conseguí fideos"

"Esos me gustan" Hernán se sentó. Puso en silencio el televisor. "¿Por qué exactamente me compraste la cena?"

"Porque necesito un lugar donde quedarme esta noche y estoy yendo a tu casa"

Lo usual. "Peleando con..." Hernán trató de recordar su nombre. "¿Paloma?"

"Javiera", lo corrigió Juan Ángel. "Me echó".

"Mi habitación de invitados es tuya".

"Estaré ahí en 5" Juan Ángel sonaba alegre para un tipo que su novia acababa de expulsar de su departamento. Aunque realmente nada bajoneaba a Juan Ángel.

Hernán puso su celular en la mesa que estaba frente al sillón y se dirigió a la cocina. Aún traía puesto su traje del trabajo, la corbata colgando suelta del cuello de su camisa de vestir, los primeros tres botones abiertos. Vio su propio reflejo en la oscura ventana que iba del piso al techo y que daba a las luces nocturnas de Santiago.

Algunas veces tenía que volver a mirar; solo para asegurarse de que era realmente él quién se reflejaba.
Trajes caros, un espacioso piso en esa ciudad con lujosos muebles de diseño y un trabajo posicionado como el socio más joven de la firma. En eso se había convertido Hernán en los últimos cinco años.

Se convirtió en lo que la gente llamaría "exitoso". Estudió el reflejo borroso de su rostro preguntándose si eso era todo. Dándose la vuelta, se quitó la corbata y la dejo colgando de una de las sillas de la cocina. Mientras agarraba dos cervezas del refrigerador, apartó esos pensamientos.

Por supuesto que era exitoso, y por supuesto que era feliz. Había trabajado duro para lograrlo. Durante tres años, Hernán ha sido capaz de ayudar a su familia económicamente y asegurarse de que todos tuvieran un buen futuro. Tenía cuentas de ahorro para él y su familia. La hipoteca de la casa de su madre estaba pagada, y pudo pagarse este lujoso departamento para él mismo, así como también llevar un estilo de vida elegante.

El trabajo duro lo había llevado hacia donde está. El arduo trabajo que había necesito para poner toda su energía después de que su vida hubiera dado un giro hace cinco años. Eso que había necesitado para distraerse del profundo vacío en su pecho cada mañana cuando despertaba.

Acababa de poner las botellas en la mesa cerca del sillón y apagar la televisión cuando sonó el timbre. Alejó sus pensamientos: el recuerdo de una noche hace mucho tiempo, la piel desgarrada y las manos ensangrentadas desaparecieron de su visión.

"Te digo al tiro, siento que vamos a tener nieve este invierno al fin", le dijo Juan Ángel cuando entró. Tenía sus brazos llenos de bolsas con comida y su guitarra colgada en su hombro.

"¿También me compraste comida para el resto de la semana?" Preguntó Hernán cerrando la puerta.

"Solo pasé por el super y compré lo necesario" Juan Ángel puso las bolsas en la mesa de la cocina de Hernán. "Porque tu refri siempre está vacío."

Hernán miró entre las bolsas. "Simplemente me gusta comer afuera"

Juan Ángel se movió por la cocina como si fuese la suya. Agarró los platos y cubiertos, abrió una caja con la comida que acomodó en una bandeja. "Tienes la costumbre de comer en el trabajo. Es un mal hábito, te lo estoy diciendo"

Recuerda(me) [hernandrei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora