Capítulo Uno (3)

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El entorno de Hernán volvió a enfocarse, y se dio cuenta de que todos lo estaban mirando. Juanfra fruncio el ceño, el mesero lucía confundido y Andrei-- Andrei lo miraba con expresión preocupada, clara y distante.

"¿Estás bien?" preguntó Juanfra, tratando de tomar la mano de Hernán sobre la mesa.

Hernán la alejo de inmediato, ojos fijos en Andrei. No podía dejar que otro hombre lo tocara delante de Andrei. Sintió picazón en la piel, sus dedos ansiosos por alcanzarlo y tocarlo. Hernán no podía quitarle los ojos de encima, ni siquiera cuando Andrei inclinó la cabeza, lanzando una mirada al camarero como si estuviera buscando ayuda.

"Tengo que..." Hernán se tragó las palabras, voz temblorosa. Sus rodillas temblorosas cuando se levantó abruptamente, sacando su billetera. Tiró algo de dinero en la mesa. "...irme."

Juanfra dijo algo, pero Hernán no lo escuchó. En cambio, hizo que sus piernas se movieran, apartando los ojos de la cara de Andrei. Tenía la cabeza inclinada, con el ceño fruncido ligeramente hacia Hernán.

Tropezó por un pasillo entre las mesas para llegar a la puerta. Cuando llegó, el lindo mesero de antes estaba ahí. Miró a Hernán con curiosidad, pero le abrió la puerta, diciendo algo que ni siquiera escuchó.

Afuera, el frío aire le llegó y Hernán trató de respirar, metiendo un poco de aire a sus pulmones que se sintieron como si los estuvieran rellenando. Gritó un poco, corriendo hacia la parada de taxis al final de la calle.

Su celular sonó cuando entró en uno de los taxis, diciéndole al conductor su dirección. Al ver su celular, vio el nombre de Juanfra iluminando en la pantalla. Rechazó la llamada y apoyó su espalda en el asiento, mirando el techo del auto.

Su corazón no se calmaba. Hernán temía de que saliera de su pecho. Cerró los ojos e inmediatamente vio a Andrei de nuevo; suaves ojos verdes mirándolo de una manera en la que nunca lo habían mirado antes. Distante. Sin afecto.

La sangre corría por la mejilla de Andrei, goteando por su pelo, apareció como un flash en la visión de Hernán, y abrió los ojos, conteniendo un grito.

"Señor, ¿está bien?" Preguntó el conductor, observando a Hernán a través del espejo retrovisor.

"Creo que no." Hernán tomó una respiración profunda. "Solo necesito ir a casa."

"Tomaré el camino más rápido." prometió el otro hombre.

Hernán logró dar una débil sonrisa. "Gracias." 

Cuando las luces de la ciudad se encendieron, Hernan agradeció que no viviera lejos del restaurante. A esta hora de la noche, tampoco había tanto tráfico, por lo que pronto estaría en casa.

Su celular volvió a sonar, y una vez más, Hernán rechazó la llamada de Juanfra. En su lugar, buscó otro número. Le pagó al taxista, le dio una buena propina y llamó al número cuando dejó el taxi y caminó hacia la puerta de su edificio.

Sonó dos veces antes de que alguien contestara.

"Que me hubieses dicho algo hubiera estado genial, sabes." dijo.

"Hernán", respondió Felipe, sonando confundido. "No entien... ¡oh, cresta!".

"Oh, sí", respondió Hernán, riendo amargamente.

"Hay como un millón de billones de personas viviendo en esa ciudad". Felipe parecía ofendido, como si tuviera algo de qué ofenderse. "¿Cómo hiciste para encontrártelo?"

En el piso de arriba, Hernán abrió la puerta y arrojó las llaves a la cómoda cuando entró. Encendió las luces. "¿Estás tratando de hacerme sentir culpable por eso?"

Recuerda(me) [hernandrei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora