10
El sistema binario usa solamente los dígitos 0 y 1. Los números se expresan en potencias
de dos en lugar de potencias de diez como en el sistema decimal. En la notación binaria, el
2 se escribe como 10, el 3 como 11, 4 como 100, 5 como 101 y así sucesivamente. Las
computadoras realizan sus operaciones en notación binaria y los dos dígitos corresponden
a dos lugares que van cambiando. Por ejemplo, encendido o apagado, sí o no. Todas las cosas fluyen a partir de este estado de encendido-apagado, sí-no.Lo siquiente que recordaba (o por lo menos, lo siguiente de lo que tenía conciencia) era que
había abierto los ojos y que miraba una polvorienta lámpara de luz fluorescente en un techo
que no le parecía conocido. La cabeza le dolía horrores, la garganta la tenía tan seca como
un hueso y no tenía la sesación de “todavía no estás del todo ahí” que da cuando se despierta de un sueño prolongado. A pesar de todo, no se sentía cansado. Tampoco tenía sueño o estaba aturdido. De hecho, fuera de la sensación de “todavía no estás del todo ahí”, se sentía despierto a un punto increíble.Durante un rato no se movió ni hizo ruido, sólo se quedó inmóvil por completo, mirando la lámpara del techo, asimilando de manera irracional todos los detalles. La lámpara estaba rota de un extremo, el plástico era viejo y estaba maltratado, había dos moscas muertas boca arriba sobre el polvo…
Luego cerró los ojos y escuchó.
Podía oír tenues pitidos, algo que rezumbaba y un suave golpeteo. Al fondo también podía escuchar el murmullo de voces apagadas, un ligero crujido de puertas amortiguadas, el débil repiqueteo de un teléfono, el lejano sonido metálico de carritos de servicio…
Dejó que los sonidos circularan con libertad y dirigió la atención hacia si mismo. Hacia su cuerpo, su posición, su lugar.
Se encontraba acostado en una cama boca arriba. Su cabeza descansaba sobre una almohada. Podía sentir algo sobre su piel, en la piel, bajo su piel. Algo que le subía por la nariz, algo que le bajaba por la garganta. En el aire había un ligero aroma a desinfectante.
Sin mover la cabeza abrió los ojos de nuevo y miró a su alrededor.
Harry estaba en una pequeña habitación de paredes blancas. Había algunas máquinas junto
a la cama. Intrumentos, contenedores, monitores, suero, termómetros, foquitos LED. Varias partes de su cuerpo estaban conectadas a esas máquinas a través de una maraña organizada de tubos de plástico transparente: la boca, el estómago… otros lugares.
Asimismo, una buena cantidad de delgados cables negros que salían de otra máquina y que
iban directo a hacer conexión en su cabeza.Cuarto de hospital.
Estaba en un cuarto de hospital.
“No pasa nada”, se dijo. “No hay problema. Estás en un hospital, eso es todo. No hay nada
de que preocuparse”.Cuando volvió a cerrar los ojos para tratar de apaciguar el palpitar en su cabeza, escuchó
una profunda inhalación a su izquierda, un sonido característicamente humano, y cuando abrió los ojos y giró la cabeza se sintió bastante aliviado al reconocer al despeinada silueta de su abuela. Estaba sentada en una silla recargada a la pared. Tenía su laptop en su
regazo y los dedos sobre el teclado. Le veía. Su mirada era una mezcla de conmoción,
incredulidad y deleite.Le sonrió.
–Harry –susurró–. Ay, gracias a Dios…
Y entonces, sucedió algo muy raro de verdad.
ESTÁS LEYENDO
iBoy [Larry Stylinson]
RandomHasta el día del ataque, Harry Styles fue un chico ordinario de 19 años. Pero una aparatosa colisión le cambia la vida para siempre. Ahora cuenta con extraordinarios poderes que le permiten modificar el destino a su gusto. Harry tiene pequeñas pieza...