Sombras del pasado.

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Dos semanas exactamente había pasado desde la llegada de Nicolás y aunque jamás lo admitiera su compañía le agradaba por lo mismo no hizo nada para alejarlo, cosa que a Eduardo le tranquilizó, quería creer que al fin Alina había aceptado ser cuidada por un guardaespaldas.

Un grito que provenía de su habitación lo despertó, desesperado salió de su cama con su arma en mano. Al entrar su angustia aumentó, la cama estaba vacía. Se dirigió al balcón para cerciorarse de que ahí no se encuentre nadie pero todo parecía estar en orden, con pasos apresurados regresó a la reacámara creyendo tal vez que por la angustia y la prisa no se haya percatado de ella, pero nada, Alina no estaba. Sin pensarlo mucho entró en el sanitario, sin tocar abrió la puerta y lo que vio lo dejó noqueado.

Ella se encontraba ahí totalmente desnuda bajo la ducha y su mente dejó de funcionar pero ciertas partes de su cuerpo empezó a reaccionar, no apartó sus ojos, a decir verdad ni siquiera supo como se respiraba recorrió con su mirada cada parte de su anatomía, su cuello cubierta por algunas gotas de agua, sus pechos pequeños y redondos, su abdomen plano, sus delgadas piernas. Sin darse cuenta avanzó unos pasos, sus manos cosquilleaban por recorrer cada rincón de esa piel que lo encendió cómo nunca antes, moría por saborear esos pezones y recorrer su lengua por su cuello, era demasiado para su ser, por un momento se sintió un chiquillo que por vez primera observaba a una mujer desnuda. Hasta olvidó la razón de su presencia ahí, de pronto el salpiqueo del agua lo hizo reaccionar habia estado a punto de entrar bajo la ducho con ella.

¡Por Dios!.

Cerró sus ojos y lanzó un gruñido, se dejó llevar por su excitación y estuvo a punto de cometer un verdadero y terrible error.
¿Dónde quedó su autocontrol? Eso del que tanto alardeaba y se enorgullecía.

Alina trató desesperadamente encontrar algo para cubrirse y se maldijo al darse cuenta que no había ninguna toalla en el lugar, con la verguenza y rabia que sintió al ver a su guardaespaldas ahí intentó hablar pero Nicolás al darse cuenta de su intención reaccionó de inmediato, acortó la poca distancia que había entre ellos, no correría con el riesgo de que alguien más despertara y los encontraran en tal situación, pasó su mano por su estrecha cintura y en un movimiento un poco brusco la pegó a su torso desnudo ya que no tuvo tiempo de ponerse una remera, cubrió su boca con su otra mano. Tanto fue la sorpresa de Alina que se le escapó un pequeño grito.

- Shsh, no grites por favor - pidió. - Lo siento...yo - No pudo continuar, su piel pegado a la de él le nubló la razón olvidando como articular palabra. Su respiración agitada lo sentía como una caricia, un alivio a su enardecido cuerpo. Se estaba volviendo loco con tan poco.

Alina la miró asustada, enojada ya ni sabia como reaccionar y menos cuando fue consciente de su excitación. Lo miró al fin a los ojos y esa mirada  verdoso la hizo tragar saliva. La miraba con tanta intensidad con evidente deseo. Su pulso se aceleró, su corazón latía a un ritmo enloquecido. Llevar aire a sus pulmones era algo imposible.

¡Por Dios!

Si continuaba así le iba a dar un infarto. Por supuesto que sí, su cuerpo reaccionaba de una manera vergonzoso, su corazón actuaba inconsientemente y su mente... su mente reaccionó.

¡Al fin!

Se separó bruscamente y estampó su mano en la mejilla de su guardaespaldas haciéndole retroceder.

Se lo merecía pensó él.

- ¿Qué crees que haces? - gritó fuera de si. Su enfado era más consigo misma que con él. Pero podía descargarse con Nicolás al fin de cuentas él era el culpable.

Nicolás desvió la vista jamás entablaría una conversación así con ella. Salió en busca de algo para cubrirla, encontró el albornoz encima de la cama, como no pudo verlo antes, regresó al sanitario y le tendió sin mirarla, necesitaba calmarse. Mentiría si aquello no la molestó, él no deseaba seguirla viendo desnuda pensó.
¿Acaso su cuerpo tenía algún defecto?. Cubrió su desnudez ofendida y se dirigió a su cama, de dónde nunca debió salir.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora