Regulus

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Cuando Dumbledore dijo esas palabras se suponía que un encapuchado debía pasar al frente pero nadie se movió.

-¿Quién es el siguiente?-Preguntó una encapuchada a los demás.

-Mi hermano.-Respondió una chica.

-¿Dónde está?-Preguntó un encapuchado.

-No lo sé.-Respondió la misma chica de antes.

-¡Chase!-Gritó un encapuchado.

-¿Qué?-Preguntó Chase mirando a los encapuchados.

-¿Puedes ir a buscarlo?-Le preguntó una encapuchada preocupada.

-Creo que sería mejor que lo fuera a buscar Sean.-Les dijo Chase.

-Pero...-Iba a reclamar una chica.

-Está bien, yo voy a buscarlo.-Dijo un encapuchado levantándose y corriendo hacia la salida.

-¿Los van a esperar?-Preguntó un Ravenclaw.

-Si.-Respondió Dumbledore.

Todos en el Gran Comedor comenzaron a murmurar y quejarse, no era justo.

-No es justo.-Gritó un Hufflepuff.

-Que se presente otro.-Dijo un Gryffindor.

-¡Silencio!-Gritó McGonagall callándolos a todos.

-Se puede presentar el que va después, profesor Dumbledore.-Le dijo una encapuchada.

-¿Qué opinan?-Preguntó Dumbledore mirando a sus alumnos.

Todos los presentes asintieron con una gran sonrisa.

-Eso significa que el joven se presentará mañana.-Dijo McGonagall.

Los encapuchados asintieron.

-Bueno entonces que pase el siguiente.-Dijo Dumbledore mirando a los encapuchados.

Los chicos de la tercera generación asintieron y miraron a un encapuchado.

-Yo quiero nacer.-Dijo el encapuchado angustiado.

-No seas cobarde y preséntate.-Le dijeron varios encapuchados empujándolo hacia el frente del GC.

-Está bien.-Dijo el encapuchado.-Pero si yo no vivo ustedes serán los culpables.-Les dijo el chico apuntándolos con su dedo índice.

-No te preocupes, nosotros tampoco naceremos.-Dijeron varios encapuchados, los demás rodaron los ojos.

-Ya basta.-Dijo una chica enojada.-Preséntate de una vez.

El encapuchado suspiró y se quitó la capa revelando a un chico de cabello negro, ojos verde oscuro que con el brillo de la luz se veían algunos destellos grises, la piel blanca, bastante alto, delgado, poseía una espalda bastante ancha, era dueño de una mirada burlona y una sonrisa que quitaba el aliento. Vestía unos pantalones negros, zapatillas negras, una camisa celeste que tenía los primeros botones abiertos y llevaba un reloj en su muñeca derecha.

Algunas chicas suspiraron embobadas y una encapuchada gruñó audiblemente.

A muchas personas les parecía levemente conocido pero ninguno logró recordar a quien.

Sólo algunas personas supieron de quién era hijo pero muchos pensaron que era imposible.

-Buenas.-Saludó el joven con una voz profunda.-Yo soy el número ocho pero me presento antes porque no se donde esta el numero siete.-Explicó el chico.

El pasado conoce el futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora