PARTE 2

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Dos semanas después de que Izuku le comunicara a su familia y amigos su traslado a Francia, finalmente fue aprobada su transferencia y empezó a prepararse para el viaje.

—¿Cuándo te vas, Deku-kun? —Preguntó Uraraka triste, era un hecho que Midoriya emprendería camino hacia Francia.

—En dos días. Me dieron una semana para hacer mis preparativos pero mientras más pronto llegue será mejor.

—Ya déjalo, Cara Redonda. De nada sirve lo que le digan, ya fue aprobada su solicitud y solo esperan a que él llegue a Francia. —Dijo Bakugo antes de tocar el hombro de Uraraka y salir de la oficina.

No supo por qué hizo eso pero le pareció que Uraraka en verdad estaba deprimida, era muy notorio pues, si había algo que caracterizaba a Uraraka, además de sus mejillas sonrosadas y las almohadillas de sus dedos, era su carácter alegre y optimista.

Se dirigió a la máquina expendedora y compró una botella de agua, se recargó a un lado de la puerta de la oficina y bebió del recipiente, esperando a que ambos terminaran la conversación para entrar a buscar el formulario que había perdido. Sería muy vergonzoso para él que alguien se enterara qué perdió un documento.

Mientras tanto, dentro de la oficina la conversación entre Midoriya y Uraraka tomaba un rumbo inesperado.

—Deku-kun, antes de que te vayas quiero decirte algo.

—No me vas a convencer de quedarme en Japón, Uraraka, necesito hacer esto para superarme.

—No es eso... es que...

—¿Es algo malo? —Frunció el ceño mientras la miraba con preocupación.

—No, no es algo malo para ti. —Negó nerviosamente—. Yo... —suspiró— tú... tú me gustas mucho, Midoriya-kun.

Uraraka se armó de valor y le dijo a aquel que llamaba amigo eso que nunca se atrevió a expresar por temor a que su amistad se viera truncada. Estaba desesperada, triste, ansiosa y esperó que con su declaración él se pensara el irse a Francia. Sentía que la sangre se le iba a los pies y a sus orejas enrojecer por la vergüenza de confesarse tan directamente, pero era lo único que le quedaba por hacer con tal de que Midoriya no se fuera.

El hombre de la impresión tiró el portalápices que sujetaba, se puso totalmente rojo y empezó a tartamudear como si fuera un adolescente.

Afuera, Bakugo casi escupe el agua que traía en la boca, pues no sé esperó que Uraraka se fuera a confesar en ese momento y en ese lugar. Para él era más que obvio que la castaña estaba perdidamente enamorada de Deku. Algunos de sus compañeros de oficina también intuían los sentimientos de Uraraka por Midoriya pero casi todos atribuían el cariño de Uraraka como algo normal entre dos amigos que llevan años de conocerse, anuado a la personalidad dulce de la chica, quien era amigable con todos.

Bakugo chasqueó la lengua y dijo entre dientes: —Ya era hora que te declararas, Cara Redonda. Te tardaste seis puñeteros años—. Se alejó de la puerta con el pensamiento de que su horario se desfasaría y tendría que quedarse hasta tarde buscando el documento y terminando el papeleo.

—L-lo siento. —Decía Midoriya mientras torpemente intentaba recoger todos los lápices.

Uraraka se aproximó a él intentando ayudarlo pero eso solo lo puso más nervioso.

—Deku-kun...

—U-Uraraka, de-dejame pensar. —Sus manos temblaban mientras seguía recogiendo los lápices.

Uraraka hizo distancia manteniendo en sus manos los lápices que había recogido, y con el rostro gacho y haciendo el esfuerzo por no llorar, volvió a hablar, pero esta vez casi en un susurro.

—Lo siento...

—¡Uraraka!... —Midoriya volteó a verla, se levantó y dejó los lápices sobre la mesa antes de mirarla seriamente.

—Uraraka, no te disculpes por tus sentimientos. Y-yo... Lo siento, me tomaste por sorpresa y no supe cómo reaccionar.

La chica levantó la vista y emitió una pequeña sonrisa mientras pensaba: "típico de Deku-kun".

—No te preocupes, ¡no es nada! —Sonreía más y movía sus manos efusivamente intentando minimizar el asunto.

En un acto impulsivo, Midoriya le sujetó las manos y la miró fijamente pero al darse cuenta de lo que había hecho, la soltó enseguida y volvió a sonrojarse completamente.

—Lo siento, no quise... —Balbuceó mientras daba un paso atrás.

—No te preocupes, Deku-kun, está bien. —Se giró con dirección a su escritorio con intención de tomar su teléfono y salir de ahí pero Midoriya le preguntó temeroso: —¿De-desde cuando? Tú...

Uraraka se ruborizó completamente. Si ya le había dicho sus sentimientos a Midoriya, no podía echarse atrás. Debía ser sincera, no sólo por Midoriya, sino por sí misma.

—Desde la academia... —Respondió en un hilo de voz.

—Duscúlpame Uraraka, ¡debí darme cuenta! —Gritó inclinándose noventa grados, sorprendiendo a la mujer.

—Deku-kun, tú disculpame, ¡no era mi intención hacerte sentir mal! —Ella también se inclinó.

—Uraraka, no te disculpes por eso. Yo fui un tonto por no darme cuenta. Eres mi amiga pero no puse suficiente atención en como te sentías, lamento si te hice sentir mal.

—Olvídalo Deku. Soy feliz con haberte hecho saber mis sentimientos, ¿amigos? —Le preguntó mientras extendía su dedo meñique hacia Midoriya.

—Amigos... —Midoriya extendió su brazo y completo la promesa.

—Iré a cambiarme, ya terminó mi turno. —Tomó su teléfono y caminó con dirección a la puerta.

—Déjame pensarlo. —Dijo Midoriya con seriedad.

Uraraka se giró sorprendida y vio esa mirada de determinación que poseía el hombre y solamente atinó a decir: —Tomate tu tiempo y no te presiones. Sea lo que sea que decidas yo lo aceptaré. —Le sonrió y finalmente salió de la habitación.

Una vez Uraraka salió de la oficina, Midoriya suspiró y se dejó caer en la silla del escritorio de al lado.

—En verdad he sido un desconsiderado con Uraraka todo este tiempo. —Se reprochó mientras se sonrojaba por el recuerdo de las palabras de su mejor amiga.

Ahora iría a Francia, pero con el remordimiento de no haberse dado cuenta de los sentimientos de Uraraka y empezando a cuestionarse: "¿Qué significa en verdad Uraraka para mí? ¿Es más que una valiosa amiga?"

La sombra del héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora