ℹ1

8 2 0
                                    


Sana tenía un diario, donde escribía sus sentimientos y los detalles que ella observaba cuando él; comía, eseñaba, sus gestos, cuando los alumnos lo hacían enojar, cuando sonreía.

Antes de irse a dormir escribia por horas y horas
Hasta que cerraba sus ojitos llenos de iluciones e ideas para mejorar cada día.

¬

Se arreglaba lo más que podía, pero nunca lograba que la mirara a ella, nunca a ella y eso molestaba a Sana, nunca recibía su atención.
Aunque era la segunda alumna con el mejor promedio, hacía de todo.
Nunca esos ojos que tanto le hacían suspirar la miraban.

Sentada en su pupitre, tomando atención y ansiosa por su próxima clase, Sana tenía en una caja mediana, muy linda, de color café y un lazo rojo. Un pancito de hojaldre y mermelada de naranja que emitia un olor exquisito.
Era para el profesor, para su profesor preferido.

Sana siempre traía algo para él, todos los días eran cosas distintas.

En su salón hay tres almnas más enganchadas con el profesor. Pero, Sana lo apreciaba mucho.
Él le enseñó lo que de verdad le gustaba a ella, no eran las matemáticas, eran los sentimientos, todo lo que él le probocaba con sólo una sonrisa.

¬
Al sonar el timbre Sana salió corriendo, para entrgarle su regalo y como siempre ser la primera.

Cuando llegó al salón de profesores vio que la habían adelantado.

Oh, no
pensó ella.

Lentamente con su corazoncito apretujado en su pecho cerró los ojos y extendió sus manos para entrgarle su caja.
Pero él ya no estaba.

Por suerte lo vería otra vez en clase, e intentaría hacerse notar.

¬
Tras haber saludado y sentarse, Sana tomó la mejor postura derecha, alzaba la mano, tomaba apuntes y sonreía sin parar.

-¿Sana?- la llamó

Oh, Dios
Dijo mi nombre.

Sus palpitaciones eran inhumanas, quería dar saltitos de emoción.

-Ehm...¿sí?- preguntó con una vocecita muy dulce y tímida

-Bueno...como tú y Sakura tienen los mejores promedios de la clase, serán mis asistentes- oh
Sus ojitos brillaron de emoción y de ilusión por poder estar aún más cerca de él.

Pero, por otro lado ver como Sakura miraba a su profesor la puso insgura.

Pasaba la clase y Sana estaba emocionada por la tarea que les iba a ordenar; ¿papeleo?
¿Revisar exámenes? Qué emoción. Pensó

Pero, al subir la mirada y ver a él su sonrisa desapareció; verlo a su profesor comer tan gustosamente los chocolates de Sakura quedó helada.
Sakura estaba a su lado, sonriéndole, como si diera gracia.

Y él igual, hablándole lo delisioso que habían quedado.

Mientras Sana miraba esa ecsena, miró su cajita decorada por ella y de sus finos labios salió una sonrisa ladina.

Esa noche durmió en el Mesón de la cocina, al preparar ese delicioso pancito.

Porque, ver esa hermosa sonrisita que la enbobaba cada día salir de las expreciones de su profesor, valía eso...y mucho más.



ℬlush . SanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora