I. Noche eterna

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Si durante el día Loftus Hall era tétrica, por la noche lo era mucho más. Gigantesca, antigua y demacrada por el paso del tiempo, la mansión le hacía honor a las muchas historias que se contaban sobre ella. Se dice que el mismísimo Diablo ronda la vieja casona.

—Sir Alexander Redmond llegó, desde Inglaterra, a la Península de Hook buscando un lugar bello y pacífico en donde asentarse y vivir tranquilo. Un viejo castillo abandonado le serviría de cimiento para construir una elegante mansión, a la que llamaría Redmond Hall. Sin embargo, la conquista de Irlanda por parte de Cromwell acabó con la tranquilidad que había llevado al inglés hasta aquí, obligando a Redmond a tomar las armas y atrincherarse para proteger, sin éxito, su propiedad. Le quitaron todas sus propiedades y se las entregaron a la familia Loftus, pasando así la mansión a llevar el nombre que hoy la hace famosa: Loftus Hall.

»Sin embargo, los Loftus preferían no pasar demasiado tiempo en la mansión, tanto así que era común que la prestaran a sus amigos, como fue el caso del señor Charles Tottenham y su joven esposa Anne.

Los turistas estaban amontonados formando una masa de cuerpos, pegados unos a otros, aterrados por el solo ambiente de Loftus Hall. El guía continuó con la historia:

»Cierta noche, una tempestad provocó el arribo de un barco en la costa, un solo tripulante desembarcó y pidió asilo a Charles Tottenham, se trataba de un joven que quería refugio en tanto la tormenta no le permitiera navegar. Pasada la medianoche, Anne aceptó jugar cartas con el muchacho. Todo transcurría con normalidad hasta que Anne, en algún momento de la noche, notó una particularidad en el desconocido: tenía los pies deformes. La mujer dejó caer a propósito una carta para así, disimuladamente, poder inspeccionar de cerca aquel detalle; y fue tan grande su horror al notar los horrendos pies inhumanos, como patas de un animal que se hundían en el mismísimo suelo, que no pudo disimularlo.

»El muchacho, al percatarse del espanto de la dama, dio un salto hacia atrás y trepó por las paredes para, finalmente, perderse por el techo, el cual atravesó dejando un enorme agujero.

El guía apuntó con la linterna hacia arriba, algunos turistas dejaron escapar un suspiro cuando notaron el orificio en el techo.

—¿Es el mismo? —preguntó una chica.

—Así es —confirmó el guía.

»Se dice que la joven enloqueció. Perdió el habla y se encerró en un cuarto a contemplar el mar por la ventana, quizás ansiando volver a ver al monstruo, quizás temerosa de que volviera. Lo cierto es que murió allí mismo. Desde entonces, cosas extrañas han sucedido en Loftus Hall, se cree que es posible ver a Anne deambulando por el lugar, en especial en la habitación que la vio fallecer.

—En la información que nos enviaron decía que simularíamos un ritual —agregó un muchacho.

—¡Oh, sí, mi amigo! ¿No es emocionante?

La hora del Terror 3: El ritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora