Manu Ríos, un chico de 17 años, sensible, tímido y cariñoso. Nunca ha tenido novio, sí, novio, desde muy pequeño tenía muy clara su orientación sexual, cosa que su familia supo aceptar muy bien.
En su vida empezarán a pasar cosas que nunca antes hu...
Me moví en la cama mirándo hacia la puerta. Ya no estaba.
── te odio Sonia.
── ¡te he escuchado! -escuché que se acercaba otra vez. Apreté mis labios.-
── mamá...
── escucha cariño -se acercó, me senté en la cama con la almohada abrazada a mi pecho- sé que no quieres que nos vayamos pero...-la interrumpí.
── ¿y si lo sabes por qué nos tenemos que ir? -suspiró.
── ya sabes que es por mi trabajo. Te he dicho que sólo será este año, en cuanto termine volveremos.
── ¿por qué no nos podemos quedar con papá? -preguntó Dennise acercándose.
── cariño, sabes que papá nunca está en su casa, a parte, estaré más tranquila y los llevo conmigo.
── no me parece justo que por tu culpa tenga que dejar a mis amigos y mi instituto -resoplé.-
── ya está bien, me tienen harta, al final voy a terminar loca. Te arreglas y termina de recoger tus cosas, tú igual -miró a Dennise- Mateo vendrá para llevarnos al aeropuerto, quiere despedirse de ustedes.
Se paró enojada y salió. Dennise y yo nos miramos.
── ella sola se lo buscó -sonrió- a la ducha.
── vale.
Tapé un lado de mi cara y solté un suspiro.
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Me arreglé y metí en mi mochila las gafas, el libro que estoy leyendo ahora, los cascos del móvil y el cargador de este. Me fijé de que no quedara nada y salí arrastrando la maleta.
── desayunaremos en el aeropuerto, vámonos -dijo mamá.-
Cuándo salimos metimos las maletas en el coche de mi padre, quien llevaba varios minutos tocando el claxon para que saliéramos.
── hola papá -dijimos Dennise y yo a la vez.-
── hola chicos.
De camino al aeropuerto Dennise iba diciéndole lo mucho que lo echaría de menos, en cambio yo, miraba por la ventana las calles de Madrid, que no volvería a verlas hasta dentro de un año.
Maldito trabajo. Maldita Barcelona. Ya me dirá ella que mierda pretende que haga yo allí. Pensé.
La miré, estaba hablando de algo sin importancia con papá. Intenté odiarla, pero no puedo, por más enojado que esté por este cambio, nunca podría odiarla. Es mi madre y la amo.
── hemos llegado.
Adiós Madrid. Pensé.
Suspiré y bajé. Después de todo el papeleo con las maletas desayunamos.
── ¿nos sacas una foto? -le pregunté a Dennise.-
── sí.
Le dí el móvil.
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