Habíamos pasado años sin vernos, realmente ya había perdido la cuenta de cuantos.
Cada segundo lejos de tí, sin poder sentirte, siquiera mirarte, parecían una eternidad.
Tuve bastante tiempo para reflexionar cuando te alejé de mí, porque así lo creía yo en un principio, me culpaba a mí mismo por haber separado nuestros caminos, los cuales el destino se había esforzado tanto en unir.
Porque aunque nos peleáramos, de todas formas siempre íbamos a terminar recurriendo el uno al otro.
No había relación más fiel que la nuestra.
Pero a pesar de eso,
te fuiste.
Y para mí triste persona,
Tú habías seguido con tu vida.
Y yo había seguido con la mía.
O eso creí.
Por eso, en el momento que gritaste mí nombre a todo pulmón mientras iba tranquilamente caminando por la estación de Gwangju de la mano de mi novia, te miré, y mis latidos se habían detenido en un suspiro cuando te encontré.
Pero entonces me pregunté ¿Por qué?
¿Por qué cuando te creí haber superado volviste a aparecer?
mi mano se había deslizado de la pequeña mano de Sohra, descentrelanzado nuestros dedos suavemente.
Mis ojos se encuentraban totalmente perdidos mientras te admiraban sin poder creer que te tenía a sólo un par de metros de distancia, mí cerebro tardó mucho tiempo en procesarlo.
Porque en un pequeño momento,
Los años que pasé perdido, se habían vuelto meses que pasaron volando, porque los meses que tardé en dejar de llorar por tu perdida, pasaron a ser días que me quedaba acostado en mi cama mirando hacia el techo, porque los días que había pasado asistiendo al psicólogo, se habían vuelto horas en las que me perdía estudiando para los exámenes de universidad, porque las horas que pasaba cansado de pensár en tí y en lo que podrías estar haciendo, se transformaron en los minutos que disfrutaba algunas veces con los chicos, porque en los minutos que a escondidas veía nuestras fotos viejas, se volvieron insignificantes segundos en los que a penas sonreía.
Porque en solo un suspiro mi corazón recordó lo enamorado que estaba de Hoseok.
Porque cuando mi corazón volvió a latir y mi cerebro pudo procesar que tú me estabas abrazando como si el mundo se fuera a acabar, te besé.
Y Lloré.
Mis brazos te habían rodeado sin pensarlo, totalmente avituados a tu cuerpo, como si pertenecieran allí, detrás de tu nuca rodeando tu cuello.
Y eso era verdad, porque tú eras mi hogar.
