A: Ángel

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Uruha/Aoi

**Conejo de vidrio: serie de tres matraces de distinto tamaño, conectados por tubos de plástico o vidrio que permiten ver la absorción y eliminación de una sustancia (simulación de medicamento), en un compartimento cerrado (simulador del cuerpo humano).


Por un callejón del barrio bajo un ángel me miraba y mientras fumaba, reía sin parar.

Cuatro de la mañana, la ciudad comenzaba a despertar. Miraba de reojo a su alrededor y vio algunas personas montando puestos callejeros de comida, para ellos apenas iniciaba el día, mientras tanto él... él volvía de una borrachera y estaba buscando donde dormir.

Hasta hacía una media hora, estaba bailando, fumando y con un vaso rojo lleno de alcohol de dudosa procedencia. Por lo mismo, se le hacía increíble ver que en tan poco tiempo su situación había cambiado. Bueno, también había que considerar que su mejor amigo, Takanori, cuando estaba borracho podía ser muy impertinente. Y es que las cosas se fueron al carajo cuando los vecinos de Yutaka salieron a pedirles que guardaran silencio, pues llevaban más de seis horas de ruido, entonces Takanori se alteró y amenazó al par de ancianos con dispararles en la frente si no se largaban (obviamente era mentira, pues Takanori no mataba ni una mosca y mucho menos traía un arma consigo, lo único que traía era dinero y de sus papás). Obviamente la pareja no lo tomó muy bien y huyeron de la puerta de entrada, no sin antes gritarles que los iban a denunciar por delincuencia organizada y amenazando a Yutaka con correrlo de su departamento universitario rentado.

Como cualquier persona en su sano juicio, Yutaka se molestó, o se enojó, o se encabritó, o bueno, estaba muy enojado. Agarro a Takanori de los hombros y comenzaron a repartirse de golpes hasta que ambos terminaron en el suelo y sangrando, la pelea terminó cuando Takanori vomitó sobre el pecho de Yutaka y decidió que había sido suficiente.

—¡Basta! ¡Largo todos de aquí! Por su maldita y estúpida culpa me van a correr, mis papás me van a matar. ¡Largo!

Yuu no sabía que hacer, se suponía que él iba a quedarse a dormir con Yutaka pues su casa estaba a hora y media de ahí. Sin contar que no podía llegar crudo (o peor, ebrio) a casa de sus padres. Sí, eran señores liberales y entendían a su hijo universitario, pero había reglas que cumplir en casa, y su mamá aún sabía usar muy bien el cucharon de sopa para castigar a su hijo. Tragó saliva y no supo si preguntar o esperar a que el ambiente se despejara. Escogió la segunda acción y esperó a que la mayoría de la gente se fuera. Takanori se ofreció llevarlo a su casa, el chofer de su familia había ido a recogerlo y no había ningún problema con hacer una parada express en la casa del moreno, pero estúpidamente Yuu se negó.

—¿Y tú por qué no te has ido? Fui muy claro cuando dije que quería a todos fuera de mi casa. — Yutaka se estaba limpiando los restos de sangre de la nariz y de sus ojos irradiaba una furia controlada.

—Eh, te había dicho en la tarde que me quedaría a dormir, incluso dejé mis cosas en tu habitación, pero tiene seguro y... —Yutaka se dio medio vuelta y lo dejó hablando solo. Yuu no supo que hacer y dio brinquitos con la punta de los pies, pero antes de poder hacer algo, apareció Yutaka nuevamente con una mochila en la mano, mochila que le extendió a Yuu de manera brusca.

—Listo, tus cosas, ahora largo. — Yuu lo miro suplicante y Yutaka negó — Yuu, quiero sumergirme en mi miseria, vete por favor.

Y entonces salió de la casa de su amigo, la cual no se encontraba en uno de los mejores barrios de Kanagawa, y empezó a caminar hasta llegar a la avenida principal de la ciudad. Al inicio sus pensamientos estaban llenos de puteadas a Yutaka por cabrón llorón y a Takanori por imbécil mal amigo, después las puteadas eran para él por no haber aceptado el aventón a casa que Takanori había ofrecido, prefería el cucharón que caminar por calles solas y desconocidas. Llamó a algunos compañeros de clase que sabía vivían cerca, pero ninguno contestó. ¿Quién contesta el teléfono a las 4:45 de la mañana de un sábado? Exacto, nadie.

La Vida En Una CanciónWhere stories live. Discover now