Noviembre 10
Oh, querido Diario: siento haberte tenido tan abandonado, pero estuve muy ocupada. Aquí me tienes, preparando ya la fiesta de Acción de Gracias y, luego, la Navidad. La semana pasada vendimos la casa a los Dulburrows y sus siete críos. Yo bien habría deseado vendérsela a una familia menos numerosa. Me da rabia pensar en esos siete chicos subiendo y bajando por nuestra hermosa escalinata, con sus dedos sucios y pegajosos sobre los muros y sus mugrientos pies sobre la moqueta blanca de mamá. Cuando pienso en cosas así, de repente, no quiero irme. Tengo miedo. He vivido en esta habitación todos mis quince años, todos mis 5530 días. He reido y he llorado; he gemido y he refunfuñado en éste cuarto. He amado gente y objetos y los he odiado. Ha sido una parte enorme de mi vida, de mí misma. ¿seremos los mismos cuando nos encerremos entre otras paredes?¿tendremos distintos pensamientos y diferentes emociones? ¡Oh, mamá, papá!, tal vez cometamos un error; quizá dejemos atrás demasiado de nosotros mismos.
Querido y precioso Diario: te estoy bautizando con mis lágrimas. Sé que debemos irnos y que algún día tendré que dejar incluso el hogar de mis padres para formar el mío. Pero siempre te llevaré conmigo.
Noviembre 30
Querido Diario:
Siento no haber hablado contigo el día de Acción de Gracias. ¡Fue tan agradable! Los abuelos estuvieron dos días con nosotros y evocamos los viejos tiempos, sentados sobre el suelo de la sala. Papá ni siquiera fue a su despacho en todo ese tiempo. La abuela nos hizo caramelo espumoso, como nos solía hacer cuando éramos pequeños. Incluso papá se chupó los dedos. Todos nos reímos mucho, y Alex se llenó el pelo de caramelo y al abuelo se le atascó en la dentadura postiza y casi nos pusimos histéricos de tanto reír. Sienten mucho que nos mudemos tan lejos de ellos; nosotros también lo lamentamos. El hogar, sin los abuelos de vez en cuando, no será el mismo. Realmente, espero que papá haya acertado al decidir el traslado.