Syngraféas

Paidí

Bien, ahora sí. Hay una cosa que tengo duda, y es si al final Dabi es un Todoroki o no. Como en este momento no tengo manera de saberlo estoy haciendo para ambas opciones. En caso afirmativo que sea de eso de que conoce a la familia de este, y en caso negativo que sea que conoce a la madre de Todoroki. Ahí ya depende de lo que acabe sucediendo si realmente es o no en el manga. 

Disfruten.

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Blanco. Todo parecía de ese color. 

También había una luz molesta. 

Cuando te despertaste estabas en el hospital. A pesar de haber dicho estabas bien parece que tus alumnos llamaron ambulancia. 

Eso fue realmente algo innecesario. Tuviste que pasar ahí el día hasta que acabase de hacerse de noche. Tu vista no funcionaba bien. Dormir con tanta luz era toda una molestia. Eso y que el oído te dolía por todo seguramente cuando llamaron a la ambulancia. Esos sonidos no los soportabas, tardabas en recuperarte. 

Una vez fue ya de noche saliste dirigiéndote a tu casa. 

Cuando ya estabas llegando entraste a un callejón aposta donde de no había nadie. Te apoyaste en la pared y esperaste.

Tras un momento apareció cierta persona.

— Parece que se te olvida que tengo los sentidos agudizados — dices mirando el cielo nocturno.

— ...

— Y bien, por qué me seguías — dices girando a verle.

— Qué hacías con los niños de UA.

— Me sobornaron con cortezas de pan para enseñarles. 

— ...

— No te había reconocido. Tu olor a cambiado ligeramente. No es igual... Cómo debería decirte ahora — preguntas.

— ...Dabi.

— Ya veo... Entonces Dabi. Ha sido un tiempo. Has cambiado bastante.

— Tu sigues igual.

— Parte de mi quirk. No puedo envejecer. Ahora que recuerdo, nunca te hable muy a fondo de ello. Aunque tampoco preguntaste... — te separas de la pared —. Vamos — dices pasando por su lado.

Por un momento se planteó si seguirte o no. Al fin y al cabo, ahora ayudabas a los héroes a los que él había intentado atacar.

Un apartamento mediano. Grande para una persona, pero con todo el desorden se veía más pequeño de lo que debería, sin embargo se notaba aún así había cosas caras. Y la zona no era mala. 

— Cuándo te mudaste.

— Hace no tanto. Quizá hace seis años. No me acuerdo realmente — dices yendo a la cocina —. Por tu pregunta deduzco que como te pedí no volviste a mi casa. Es bueno saberlo.

Serviste algo de zumo en un vaso y se lo ofreciste, razón por la que se te quedó mirando. 

— No tengo café ni alcohol. Y es más rápido que un té — explicas.

Aceptó el vaso sentándose en una de las sillas de la mesa que había ahí. 

— ¿Te apetecen cortezas?

— No.

— Compré algunas cosas pero me las dejé en el camino cuando sentí que atacabas a los alumnos de UA — explicas mientras te sirves un poco de leche. 

— Qué haces enseñándoles.

— ... — colocas algunas galletas en un plato —. Insistes en ello... Me lo pidieron.