Capitulo 1_Convergencia

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Esquema de la problemática: fragmento No. 19
Línea de tiempo
Los Sabios Ármiceos del periodo antómano proponen un modelo heliocéntrico en contraposición al modelo serocéntrico predominante. Sus teorías fueron motivo de burla hasta el advenimiento de la Revolución Estelar.
*"Parece que le tomó varios ciclos a la raza de primates evolucionados el aceptar que no eran el centro del universo; sin embargo, considerando el estado de oscurantismo científico, no puedo acusar a los antiguos sieranos de megalomanía."
-Comentario adjunto por Sírlen Mikxens.
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***
Siera: Sector Lunder 1, Lúttrades I.
Él nunca se molestó en disimular el error de la heterocromía en sus ojos.
–Es como vivirlo todo otra vez... –dijo Engel, recostado en el diván para pacientes mientras la psicoanalista lo estudiaba con atención, sentada de piernas cruzadas desde el otro extremo de la habitación–. Es tan real. Como un implante de realidad virtual.
–Implantes RV... –repitió la psicoanalista, y tecleó algo en las notas de su HoloPad.
El consultorio circular permanecía casi en penumbra (para estimular la introspección del paciente) gracias al sistema ambivalente del cristal en la única ventana del lugar; un gran rectángulo que abarcaba la mitad de la estructura en disco de la habitación. Era entonces solo un bloque oscuro que aislaba el lugar del fulgor deslumbrante de la metrópolis de Lúttrades I por fuera.
–¿Los utilizas a menudo? –indagó ella. Una mujer de fino rostro con gafas de marco grueso que se iluminaba sutilmente ante la luz verdosa del HoloPad–. Los implantes, me refiero.
–Oh... por supuesto que no –respondió rápidamente Engel, un tanto irritado internamente por lo que insinuaba aquella pregunta–. No ahora que las visiones volvieron; lo empeoraría todo, me temo.
Engel se levantó a medias del diván, y apoyándose sobre su codo derecho, miró por sobre su hombro para poder observar a la profesional de la mente que se posaba en su asiento de cuero negro a sus espaldas. Allá, entre las sombras.
–¿A qué viene la pregunta? –dijo.
La irritación defensiva del culpable...
–Toda información que me brindes es contribuyente a tú
historial clínico, Engel –respondió ella, alzando la mirada de su pantalla–. Un antecedente de abuso de neuroestimulantes digitales de libre circulación podría ayudar a diferenciar las alucinaciones o pesadillas de causa orgánica o mental de las exógenas.
–No soy adicto, ¿está bien? –respondió Engel, y tras una breve pausa, como meditando sobre ello, reafirmó –: Sé controlarme.
Bajo su bata blanca ella vestía una falda corta que a Engel le pareció inapropiada. Aquel par de piernas cruzadas que terminaban en un calzado alto le distraían como el adolescente hormonal que era.
–Yo sé que sí, Engel –afirmó ella–. Ahora recuéstate otra vez. Enfócate.
Engel lo hizo, y ella anotó algo en su pantalla, asintiendo con la cabeza.
–Ha ocurrido por años –dijo Engel, de nuevo reposando boca arriba en el diván, con las manos entrelazadas sobre su pecho, y la mirada perdida en el techo–. Comenzó desde entonces, desde aquel día. Varios especialistas han borrado el recuerdo directamente desde mi módulo de memoria, pero... sigue auto regenerándose, sigo recordando, y por eso estoy aquí otra vez.
–Continua... Háblame de ese recuerdo, ¿es siempre el mismo?
–Siempre –afirmó Engel con voz adormitada, y deslizó sus ojos siguiendo unas pequeñas luces que parpadeaban una tras otra en sentido a las agujas del reloj a lo largo del techo en forma circular que tanto utilizaban los psicoanalistas. (Evita el efecto inhibitorio que causan las esquinas de una habitación en un sujeto.)
–¿Puedes describirlo para mí? –dijo ella, modificando, por medio de su SENI, sus cuerdas vocales para obtener el tono melifluo adecuado. Lo que en psicoanálisis sierano moderno se conocía como: "usar la voz" –. Yo estaré ahí contigo.
Un sutil nistagmo se manifestó en los ojos heterocromaticos de Engel, y en el segundo siguiente, estaba ya en el punto de no retorno. En aquel estado, ella podría acceder a su SNI y repasar junto a él las memorias necesarias, navegar por su mente como si de una carpeta llena de archivos en un ordenador se tratara, con el permiso, por supuesto, del sujeto. Permiso que le otorgaba aquel pequeño fragmento de consciencia remanente, la parte que aún le pertenecía a Engel; El Núcleo Propio. Ni siquiera el estado de Lúttrades podía acceder al Núcleo Propio de un ciudadano sin una autorización oficial por parte de la FDI en los cuatro sectores (o de la persona misma en casos especiales) por efecto del tratado interplanetario de respeto al derecho de individualidad.
–Estoy ahí otra vez –dijo Engel, girando los ojos por la habitación circular, de nuevo, pero esta vez, en sentido contrario a las agujas del reloj–. ¿Por qué me obliga a esto? No quiero estar ahí.
–Es necesario, afróntalo. Ahora, dime ¿dónde estás, Engel? – dijo ella, enlazada a su SNI, viendo lo que él veía, pero todo era oscuro.
–En el centro de convenciones –susurró Engel–. El día del atentado terrorista; el día en el que él se fue... Tengo once años. No puedo moverme, me siento adolorido, pesado. Estoy tendido en el suelo, siento una línea de frío recorrer mi espalda, pero sobre mí siento un calor avasallante. Confusión. Escucho alarmas de emergencia y mucha gente gritar a mi alrededor. Piden ayuda; tienen miedo... yo también. Percibo llamas arder cerca, y comprendo porqué siento tanto calor.
>Abro mis ojos, y veo el centro de convenciones arder en ruinas. El resplandor de las llamas tiñe el lugar de un color naranja infernal, y hay brazas y humo flotando sobre mí. Escucho a alguien toser a causa del humo a mi lado. Miro a mi izquierda y veo a mi padre, mi visión es brumosa, pero sé que es él, arrastrándose lentamente en mi dirección, repitiendo mi nombre, lleva el rostro cubierto de sangre. "¡Engel! ¿Estás bien?" El sistema contra incendios se activa. Más gente grita y llora, sirenas de la policía se escuchan a lo lejos. "¡Malditos Noxistas!" "¡Lo pagaran caro!".
>Siento un hilo de alivió al ver a mi padre con vida, pero entonces pienso en él; en Keiden, recuerdo que estaba ahí con nosotros, aquel día, en aquel lugar, en aquel maldito momento. Logro girar mi cabeza al otro extremo, y entonces lo veo...
Engel se detuvo. Presiono fuertemente los labios y temblaba sobre el diván, en silencio.
–Continua, Engel... –pidió la psicoanalista, con los ojos cerrados, viendo dentro de su mente. "Estando" ahí con él.
–Keiden está ahí, a mi lado, a poco más de un metro... ¡Está muerto! –Engel se estremeció en el diván, y la psicoanalista reguló por medio del SENI su hipotálamo para calmarle. Engel se relajó y continuó con voz quebradiza. – Sus piernas están cubiertas por escombros... Y.... y se está quemando... Llamas envolviéndolo.
Engel pausó el recuerdo nuevamente, y la psicoanalista sintió junto a él su legítimo dolor. Comenzó a girar rápidamente su lápiz entre sus dedos, e inhaló profundamente, regulando su módulo emocional.
–Veo a mi hermano mayor calcinarse, veo llamas devorar su piel. Ampollas formándose en su rostro. Mi querido hermano... Su rostro, paralizado en una máscara de dolor eterno, agonía... Sus ojos permanecen abiertos, y me miran, aún me ven. Veo su rostro arder en mis sueños, viéndome... Pidiéndome ayuda. Y yo no puedo recordarlo ya con otro rostro –un par de lágrimas brotaron de Engel, se deslizaron por su rostro y desaparecieron en su cuello–, quisiera decirle cuanto le extraño, cuanto lo amo, quisiera no haber ido a esa estúpida convención aquel día...
Un rescatista con mascara y traje anti incendios se apareció en la imagen del recuerdo, respiraba bruscamente a través del filtro de la máscara, hincó una rodilla en el suelo, tomó a Engel en sus brazos y lo sacó del lugar.
–Es suficiente –dijo la mujer, y se desconectó de su SNI. Engel sollozó por unos segundos en el diván mientras ella tomaba más notas en el HoloPad que le reposaba sobre las piernas.
La psicoanalista hizo un gesto en sus controles y el bloque negro que era la ventana se aclaró gradualmente, dejando que la luz del día bañara lenta y delicadamente la habitación de nuevo hasta que, de ser un rectángulo oscuro, pasó a ser un portal brillante que otorgaba una bondadosa vista de la ciudad de Lúttrades I. Grandes agujas de cristal y edificios desafiando la gravedad por lo alto entre las cuales circulaban innumerables aerocoches autocontrolados.
Engel se incorporó y permaneció sentado al borde del diván suprimiendo sus emociones mientras la habitación recobraba vida y color.
–Acércate, Engel. –le pidió ella amablemente.
Engel lo hizo a paso lento, arrastrando los pies, un poco aturdido aun, y se sentó en un cómodo sillón cobrizo frente a ella.
–No más SNI por hoy, ¿te parece?
Engel se encogió de hombros.
–Hablemos de otros asuntos –continuó ella tras no recibir
respuesta–. Dime, ¿cómo te hace sentir la noticia de la posible separación de tus padres?
–Mal, supongo, ¿qué puedo decir? –dijo Engel, tamborileando los dedos sobre los brazos del asiento, indiferente–. Ya se veía venir. Los dos planetas a su vez se están divorciando... Que dos personas más lo quieran hacer no me tomó por sorpresa considerando la situación actual dentro y fuera de mi familia.
La psicoanalista inclinó la cabeza y le vio por sobre el marco de los lentes.
–¿Relacionarías la noticia de tus padres con el retorno de estas visiones?
Engel dejó caer la mirada al suelo, meditabundo. Asintió con la cabeza.
–¿...O quizás con tu aviso de reclutamiento obligatorio?
–No –respondió Engel inmediatamente, con seguridad–. Para cuando fui avisado del reclutamiento, el problema había brotado ya.
La sesión se siguió con una docena más de preguntas incómodas hasta que, desde la baja mesa que los separaba a ambos, se proyectó una pantalla holografía en blanco ante Engel, y éste le devolvió una mirada interrogativa a la entrevistadora.
–Para la siguiente prueba, necesito que dibujes en la pantalla lo primero que se te venga a la mente... Ahora.
Inconscientemente, Engel hizo caso a sus palabras, y en aquel preciso segundo, su mente escogió lo que dibujaría en la pantalla tras un proceso mental fugaz y automático. Sin necesidad de acceder a su SNI, ella había controlado su mente, y con una técnica tan simple como antigua. Engel se limitó a resoplar ante la idea absurda de dibujar figuras como un niño.
–¿Es enserio? –dijo, con una incómoda sonrisa en el rostro.
Ella asintió. Engel, tras un suspiro, tomó renuente el estilete y comenzó a hacer trazos en el holograma.
–Helo aquí –bromeó un Engel catártico tras unos segundos– . Obra maestra.
Cuando colocó el estilete de vuelta en su ranura, el holograma hizo un giro de ciento ochenta grados y se deslizó hacia la psicoanalista. Esta se inclinó levemente, apoyando los codos en sus rodillas para apreciarlo más de cerca. En el dibujo improvisado, hecho con tanto descuido que era casi un conjunto de garabatos, se apreciaba una caja, y en el centro de ésta, las siluetas superpuestas de dos gatos; uno vivo, y el otro aparentemente muerto.
–¿Algún motivo en particular por el qué escogiste esta ilustración, Engel? –preguntó ella. Presionó "Guardar" y el holograma se encogió. Volvió a erguirse en su asiento.
–No lo sé, debo haberlo visto por ahí... –dijo Engel, y se encogió de hombros, de nuevo.
–El gato en la caja –dijo ella, señalando el holograma que permanecía encogido en la mesa–. En una figura está vivo, y en la otra; está muerto, ¿se trata del mismo gato, o son dos gatos distintos?
Un enorme transbordador de la flota Lunder voló lentamente sobre el edificio y ocluyó el sol, oscureciendo de nuevo la habitación.
–Dibujé lo primero que se me ocurrió, como usted pidió. Diría que no es el mismo gato. –El transbordador finalmente se alejó en su paso, y volvió a reinar la claridad. Hubo una pausa–. ¿Cómo podría el mismo gato estar vivo y muerto a la vez?
Ella le miró, arqueando una ceja. Continuó la sesión por un espacio corto de tiempo con preguntas que a Engel le resultaron irrelevantes (a su entendimiento, otras partes de la sesión no las recordaría) hasta que finalmente le autorizó ponerse de pie y reactivar su SNI. Engel lo hizo, y la interfaz de usuario se volvió a proyectar en su mirada, como siempre la había visto desde su nacimiento; como siempre deberían haberla visto todas y cada una de las personas en los dos planetas a partir de la Revolución Neuronal.
                 SISTEMA DE NEURO-ENLACE INTEGRADO
                Usuario: Engel Leckhert
               Etiqueta ID: 910305HC (Reclutado: AMBROS) Sector: Lunder 1
              SALIENDO DE El MODO DE ESPERA... ¡LISTO!
Rastreó satelital, ubicación espacial, signos vitales básicos, clima local, buzón de entrada, contactos, búsqueda en la red y demás herramientas de uso diario por el hombre en su vida cotidiana desde hacía ya demasiados años se proyectaron a la vez en una saturada imagen humano-ordenador para rápidamente desaparecer en la interfaz, a la espera del llamado a voluntad el usuario. Hacía mucho que Engel no suspendía su SNI por un período mayor a un par de minutos. Agitó la cabeza para adaptarse.
–Progresamos bastante el día de hoy, y en una sola sesión – dijo la psicoanalista. Dejó el HoloPad en una pequeña mesa de al lado y se puso de pie, alisando sus prendas contra su cuerpo y acompañó a Engel a la puerta, dándole suaves palmadas en la espalda–. Estarás bien, Engel. Un par de sesiones más y nos habremos ocupado de ello; esta vez, para siempre. No tendrás problemas con ello en la academia. Te lo aseguro. –Esbozó una sonrisa.
Fin de la primera parte del capitulo uno. Si te gustó, te invito a seguir leyendo, prometo no defraudarte con mi obra >>

El Tecnomesías: Saga Sistema aislado, primer libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora