Capítulo 1.

1.5K 139 208
                                    

El casamiento.

Las imágenes proyectadas en mi cabeza, como si estas fueran una recopilación de emociones, sueños  sin concretar, frustración, un vacío  que todo lo llena, soledad que se instala en mi alma sin tener intenciones de abandonarme. La voz de mi hermano resuena en mis oídos como el estruendo de un feroz trueno, como siempre es avasallante demoledor así es Izuna.

- Izuna:-¡Madara, Madara! ya es hora.- Exclama con temblorosa voz como es de costumbre en él cada vez que está nervioso, no logro reaccionar a su mandato, mi mente divagaba entre recuerdos. —

Me encuentro envuelto entre olas enormes que solo me quieren arrastrar a lo más profundo de mis miedos, me pregunto a mí mismo porque estaba pasando esto ¿Acaso merecía todo lo que estaba sucediendo?  Como podría salir de ahí, no tengo idea. Con los ojos empapados y sin poder contener más las  lágrimas rompo en  llanto ¡Sí! estaba llorando como un niño. Me coloco de pie y con insistencia restriego mis puños  sobre los ojos, sin poder articular palabra tomo su cálida mano,  que se escabulle de mi agarre como el agua entre los dedos, así era él,  agua que corría dejándome atrás junto a todo lo que hemos vivido. Agua que todo se lo lleva sin importar que las rocas jamás puedan alcanzarla, eso era yo, una roca que fija a su eje trataba de correr con la corriente de aquel rio. Imposible, aunque tratara, solo lograría romperme en mil pedazos justamente como me rompo en este mismo memento, la erosión del  agua me había alcanzado agrietando mi frágil corazón, mi agua  corría hacia el océano mientras yo quedaba olvidado en aquel  rio que ahora estaba seco por la falta de su amor.

- Izuna:- Madara  todo esto es por el bien de ambos onisam.-  Sus palabras eran calmada seguras el realmente estaba convencido de lo que estaba haciendo.- Recuerda mis palabras Madara todo esto será por poco amor.-  Amor, con cada palabra  destrozaba mi corazón en mil pedazos. No supe que responder solo  asiento con la cabeza gacha, sin embargo le seguí de igual manera que un perro callejero sigue a quien le da comida. —

Adentrándonos en el salón las bulliciosas  voces de por lo menos sus 70 personas me aturden, tanta gente mi onichan siempre hace todo a lo grande todos  serán testigos de la más grande mentira mi ototo  quien fue mi amante por años, el que decía amarme con su vida y quien era mi vida entera mi único motivo para vivir se encarga de quietarme hasta la última esperanza. Ahora era el motivo de mi agonía de mi dolor y mis ganas de acabar con todo. Hoy seré parte de una locura  la boda que todos quieren celebrar. Nadie se imagina el inmenso dolor que guardo en mi corazón, que el hombre que hoy se une en matrimonio es la persona más importante, el dueño de mi mundo entero me atrevería decir que no existo sin su existir, sin  respirar el mismo aire, compartir el calor de su cuerpo desnudo, al tacto de mis dedos en su nívea y suave piel como. ¿Cómo  me pondré de pie cada mañana? Me  repito a mí mismo:   “soy una mierda, como las cloacas de Nueva York las hediondas.” 

Que terrible es sentirse  así como un animal herido a punto de morir en proceso de descomposición. No sé cómo seguir adelante sin su pequeña mano que sostiene mi catastrófica vida, él siempre ha sido mi sostén las fuerzas para seguir adelante. Cenizas, es todo lo que soy después del inmenso incendio en el cual Izuna me ha arrojado.

- Izuna…- Susurro su nombre casi imperceptible al oído de cualquiera  me pregunto a mí mismo si fui para el algo más que un títere que maneja a su antojo ¿Acaso se me pasa por la mente perdonar tan grande traición? No sé si podre algún día perdonar su mentira, su falta de amor, su avaricia la cual hoy nos separa quizás para siempre. Aun mi tonto corazón alberga una pequeña esperanza la cual me mantendrá en pie añorando el ayer y anhelando el mañana.  Así comenzare una etapa donde esperare por tu regreso cual perro por su amo quien lo abandono a su suerte, tú siempre serás parte de mi existir y recordare cada noche cuando  besaba tus dulces labios no volveré a perderme en la inmensidad de tus negros ojos nunca más. —

El HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora