Capítulo 4

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Narrador común

Cannelle tuvo que resignarse a sólo tomar sus libros, cerrar el casillero e irse a su clase correspondiente.
Accidentalmente llegó unos cuantos minutos tarde, pero, el profesor aprovechó para presentarla; no fue la gran cosa, sólo dijo su nombre, que era nueva y que se sentara en donde quisiera, dejando que la albina buscara con la mirada, a ver si alguien le hacía ojitos invitándola a sentarse como había visto en una de sus tantas series.
—¡Cannelle! Puedes sentarte aquí!— La llamaba una chica de cabello lacio y corto a los hombros, con un leve degradé de castaño a azul hasta las puntas; ojos grandes color verde oscuro, un tanto amarronados de hecho, con unas impresionantes piernas largas y un torso estilizado. Se aparentaba segura de sí, con sus metas en claro, sin miedo a nada ni nadie que osara desafiarla; alguien muy diferente de Cannelle, a quien desde pequeña la inseguridad, el miedo al rechazo, la tenían presa, encerrada en aquél gran castillo, en aquella gran habitación repleta de juguetes inservibles, objetos que sólo servían para que de forma fallida y errónea se llenara un enorme y profundo vacío ¿De qué servía todo eso? Si lo que aquella niña pequeña más deseaba en su vida era tener compañía pero...eso no era posible, empresas, grandes el trabajo y mucho dinero eran el impedimento para una pizca de atención. Su única salida era volcar absolutamente todo su dolor en cuadernos, dibujando y escribiendo su desesperación ante aquél mundo de negocios, que desde fuera se veía muy bien...pero nadie sabe cómo es dentro, la traición, las mentiras, nadie sabe que tan turbio puede llegar a ser, cuánta crueldad se puede hallar.
Los amigos imaginarios comenzaron a aparecer en la adolescencia, personas con algún que otro poder o simplemente humanos, personalidades humanizadas; ellos eran su única compañía y no, ella no los podía ver, no sufría de esquizofrenia ni nada parecido, sólo le gustaba pensar que ellos le hacían compañía en ese tiempo, se dibujaba con ellos teniendo una conversación o dándose un abrazo; aunque no haya durado mucho, esa época le sirvió bastante, la ayudó levemente con su soledad.

Cannelle esbozó una pequeña sonrisa de labios y caminó hacia su nueva compañera mientras buscaba la hoja de su cuaderno en la que tenía preparada una perfecta presentación, bien formulada y con la letra más bonita que le había salido.
Sintió un obstáculo enredarse con sus pies,  y de un momento a otro ella estaba en el suelo, con los dibujos de sus antiguos amigos imaginarios desparramados por todo el suelo. Abrió sus ojos luego del gran golpe, acompañado de un estallido de risas de parte de todo el salón. Al mirar hacia atrás se encontró con el pié de aquella chica, posicionado de una manera ridículamente obvia, la cual indicaba que la metedura de pata había sido intencional. —¡Traigan una grúa, no podemos levantar a la gorda!— Decía la de piernas largas —¡Hay una ballena encallada, traigan a Greenpeace!— Mencionaba un compañero —¿Dónde están papi y mami para ayudarte?— Se escuchaba decir a otro compañero.
Cannelle tan sólo aguantó, no merecía la pena ponerse a llorar aquí dentro ¿No es así? Sus profesores de modales le habían enseñado a comportarse como si fuese una princesa aunque ella no quisiera y no iba a desperdiciarlo. Tomó todas sus cosas y aparentando calma, pero con la barbilla a punto de comenzar a temblar, salió del salón ignorando al profesor, quien intentó detenerla mientras hacía callar a sus escandalosos estudiantes.

Narra Cannelle

Tan pronto como salí hacia el vacío y vasto pasillo, las lágrimas comenzaron a salir involuntariamente, no podía detenerlas, sentía esa presión en el pecho, una sensación asfixiante que me dificultaba el respirar. Apretaba con mí mano izquierda la falda de mí vestido, mientras que con la otra secaba mis lágrimas —"Esta sucediendo otra vez..."— Repetí unas cuántas veces en mí cabeza mientras me recargaba contra aquella gélida pared, rodeándome con mis propios brazos entre sollozos.

Narra Morgan

Salí del baño con mí ropa de repuesto, unos jeans celestes que antes eran de mí hermano mayor y un suéter azul oscuro, casi negro de hecho, iba acomodando levemente mí cabello cuando sentí olor a sangre fresca, fue entonces cuando ví a la chica muda, con labios con forma de corazón y cabello blanco, pero no estaba tan animada como antes, si no que estaba...llorando?
Me acerqué a ella, intenté ser cauteloso dentro de lo "normal" por así decirlo pero de todas maneras se asustó y me miró un tanto sorprendida, antes de que volteara la mirada pude ver su pequeña nariz cubierta de un tono rojizo al igual que sus mejillas y el contorno de sus ojos, totalmente brillosos y con lágrimas por salir, realmente se veía tierna, pero aún así notaba su dolor, podía oler ese sentimiento claramente aparte de la sangre. —Eh...si no te importa ¿Puedes decirme que es lo que pasó para que quedaras así?— Pregunté mientras señalaba su rodilla y parte de su pierna, las cuales estaban raspadas. No obtuve respuesta, sólo un cruce de brazos y un desvío de mirada, luego de eso intentó marcharse cojeando levemente, pero no quise dejarla ir... la tomé de la muñeca y pude oír un quejido de dolor un tanto agudo ¿La muñeca de una chica siempre había sido tan delgada, tan frágil...? Apenas me dí cuenta del daño que le estaba haciendo la solté de inmediato. —No fue a propósito...enserio— Me expliqué un tanto apenado a la vez que la tomaba de la muñeca contraria para llevarla conmigo. —"Espero no haberle dejado alguna marca"—

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Perdón ;-; pasaron varias cosas y no pude subir nada pero aquí está el cap -w- <3

Dulce CaperucitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora