Los hermosos ojos azules de Arianna brillaban como dos destellos de cielo despejado mientras recorría el parque, observando a su alrededor con una mezcla de fascinación y anhelo. Cada hoja que danzaba al ritmo del viento, cada canto de ave que rompía el silencio, le hablaba de un mundo vibrante y lleno de vida. Su amor por la naturaleza era palpable, una conexión profunda que la llevaba a disfrutar cada pequeño detalle del entorno: desde el aroma de las flores hasta el suave susurro de las ramas.
Mientras Arianna se sumergía en sus pensamientos, su largo cabello castaño se alzó con gracia en el aire, flotando como una ola suave. La luz del sol acariciaba su rostro, resaltando su piel dorada y su sonrisa radiante, que parecía iluminar el día de aquellos que tenían la suerte de cruzarse en su camino. Ella era el epítome de la dulzura y la amabilidad, con una personalidad que atraía a todos, dejando una estela de sonrisas a su paso. Sabía escuchar y ofrecer consejos, convirtiéndose en un pilar para sus amigos, siempre dispuesta a extender su mano a quienes lo necesitaban.
En el umbral de su casa, Jonas Mendoza la observaba con admiración desde la distancia. Conocido en el vecindario por su elegancia y su carisma, era un hombre que desprendía una confianza natural. Cada vez que sus ojos se posaban sobre Arianna, su corazón latía con una mezcla de esperanza y resignación. Todos en la comunidad conocían su devoción hacia ella; para Jonas, Arianna no era solo una vecina, era el reflejo de todo lo que anhelaba en la vida. Deseaba no solo su belleza, sino la conexión sincera que surge del amor verdadero, un amor que va más allá de lo superficial.
Jonas era consciente de que su estatus social había atraído a muchas mujeres, pero había aprendido de la forma más dura que no todas las intenciones eran puras. Cada acercamiento parecía tener un precio, y él se encontraba atrapado en un juego donde el amor se confundía con el interés. Por eso, contemplar a Arianna era un alivio y una agonía a la vez; ella representaba todo lo que él deseaba: una compañera que no buscara su fortuna, sino una conexión genuina basada en el respeto y la comprensión.
A medida que Arianna se acercaba a su casa, Jonas sentía que cada paso resonaba en su pecho como un tambor distante, marcando el ritmo de sus esperanzas. En sus días más oscuros, cuando la soledad lo envolvía, pensaba en ella como un faro de luz, su sola presencia iluminando sus pensamientos. La idea de poder compartir su vida con alguien tan especial era un sueño que le resultaba cada vez más esquivo, pero que alimentaba su alma con un deseo inquebrantable.
En esa tarde cálida, mientras Arianna sonreía y saludaba a algunos conocidos, Jonas comprendió que su admiración por ella iba más allá de lo físico; se trataba de un profundo respeto por su esencia, por su pasión por la vida y por su capacidad de ver la belleza en las pequeñas cosas. Arianna era un ser que florecía en un mundo que a menudo olvida apreciar lo que realmente importa.
Así, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, pintando el cielo de tonos dorados y naranjas, Jonas se prometió que algún día encontraría el valor para acercarse a ella. Un día en que el miedo a la decepción no lo paralizara, y donde la amistad pudiera convertirse en algo más, un amor que trascienda lo material y que esté destinado a florecer como la luz que Arianna traía a su vida.
ESTÁS LEYENDO
La Traición (En Edición)
RomanceMathew había trazado un camino claro hacia sus sueños, cada paso lleno de determinación y pasión. Con la mirada fija en su especialidad médica, su futuro brillaba ante él, como un horizonte lleno de promesas y oportunidades. Arianna, siempre a su la...