CAPITULO 5

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Sofía miraba a su hija con preocupación creciente. Habían pasado dos meses desde que Mathew se marchó a Nueva York, y Arianna se veía cada día más apagada. La luz en sus ojos parecía haberse desvanecido, y su risa, que solía llenar la casa, era solo un eco lejano. Sofía sabía que su hija apenas comía y que pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación, como si hubiera perdido su razón de ser, su motivación para vivir.

—Arianna, tienes que animarte —dijo Sofía, tratando de romper el silencio que envolvía su hogar—. Piensa que Matt no estará lejos solo unos meses, serán cinco años en total. No puedes seguir así, hija.

Arianna levantó la vista hacia su madre, y aunque en sus ojos había un destello de comprensión, también había una tristeza profunda.

—Lo sé, mamá, pero lo extraño mucho. Ya no tenemos tanta comunicación porque está muy enfocado en sus estudios, y siento que cada día nos alejamos más.

Sofía se acercó a ella y la abrazó suavemente. Sabía que las palabras de aliento eran importantes, pero también sentía que había algo más que su hija no estaba compartiendo.

—No te sientas así, hija. Sabes por qué él está allá. Está preparándose para que los dos tengan un futuro, para lograr sus sueños juntos —intentó Sofía, con la esperanza de que esas palabras la reconfortaran.

—Lo sé, lo sé —respondió Arianna, pero su voz sonaba vacía, como si una parte de ella estuviera ausente. Se dio cuenta de que no podía confesarle a su madre el secreto que guardaba, la angustia que la consumía por dentro.

—Ah, Arianna —continuó Sofía—, me llamó la mamá de Matt y me dijo que quería verte.

—Gracias, mamá. De todas maneras, pensaba ir a visitarlos hoy —dijo Arianna, sintiendo una leve emoción al pensar en ver a los padres de Mathew.

Unas horas más tarde, salió de su casa, el corazón pesado pero decidida a seguir adelante. Mientras caminaba hacia la casa de los padres de Mathew, pasó por delante de la casa de Jonas. Él la vio pasar y su rostro se frunció en preocupación. No lo había saludado como era habitual, y eso le dio una mala espina.

—Buenas tardes, señora Clara —dijo Arianna, al llegar a la casa de Mathew.

Al entrar, fue recibida por la madre de Mathew con un abrazo cálido.

—Hola, Arianna. Perdona por haberte llamado, pero necesitaba a alguien con quien desahogarme. ¿Quién mejor que tú, que eres como de la familia? —dijo la madre, su voz cargada de emoción.

—¿Qué pasa? —preguntó Arianna, notando la preocupación en los ojos de la mujer.

—Es mi esposo. Acaba de perder el trabajo y está desesperado buscando otro, ya que prometió ayudar a Matt.

—¿Dios mío... y qué han pensado hacer? —exclamó Arianna, sintiendo un nudo en el estómago por la situación.

—Mi esposo dice que va a trabajar en lo que sea. No puede fallarle a Matt. Cuando nos escribe, nos cuenta todo lo que está aprendiendo. Se siente feliz como profesional, pero me duele pensar que algo pueda interponerse en su decisión de ser cirujano. Creo que se sentiría frustrado y detestaría tanto esa circunstancia.

—Lo sé, si yo pudiera ayudarlo, lo haría sin pensarlo, pero estoy estudiando y no trabajo —dijo Arianna, sintiendo que la impotencia la invadía.

—Gracias por la intención, mi niña. Pero por favor, no le comentes nada a Matt. No quiero que se preocupe por nosotros.

—No se preocupe, de mí no saldrá nada. Ustedes son unos buenos padres, y Matt estará muy agradecido por su apoyo —aseguró Arianna, con una sonrisa que trataba de ocultar su propio dolor.

—Gracias, Arianna. Realmente significa mucho para nosotros —respondió la madre, con gratitud en sus ojos.

Después de despedirse, Arianna regresó a su casa. Caminaba pensativa, y al pasar por la casa de Jonas, él la miró con cariño.

—Te has quedado muy sola, Arianna —dijo, su voz llena de preocupación.

Ella sonrió tristemente, pero no podía expresar todo lo que sentía. Al llegar a casa, subió a su habitación, deseando con fervor que hubiera llegado un correo electrónico de Mathew.

Al abrir su computadora, su corazón dio un salto al ver un nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Con manos temblorosas, lo abrió y comenzó a leer desesperadamente:

*"Arianna querida: A veces me parece imposible estar aquí y que tú estés tan lejos de mí. Por las noches, cuando me acuesto, recuerdo la vez que hicimos el amor. Tus labios, tu sonrisa, aquellos instantes de intensidad... siento un gran deseo de volver a tenerte en mis brazos. Pero miro hacia mi meta, en todo lo que me he propuesto. Sabes, si ahora surgiera algo que me impidiera continuar, me moriría de frustración. Sería un hombre muy amargado y odiaría ese algo con todas mis fuerzas.

Añoro el día en que volvamos a estar juntos. Te escribiré de nuevo en cuanto pueda. Te amo con toda mi alma, y que nuestra promesa siga vigente en nuestros corazones.*

Mathew."

Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras leía las palabras de Mathew. Su corazón latía con fuerza, entre la esperanza de que su amor podía superar la distancia y la tristeza que le causaba no tenerlo cerca. En ese instante, comprendió que aunque los días fueran difíciles, el amor que compartían podía sostenerla. Arianna cerró los ojos, imaginando el momento en que sus caminos se cruzarían nuevamente, prometiéndose que, a pesar de todo, esperaría a Mathew, sin importar cuánto tiempo pasara.

La Traición (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora