Dicen que el dichoso amor sobrepasa esas barreras que se interponen en nuestro camino, pero ¿realmente tengo la capacidad de amar con tal intensidad?
El mundo está realmente loco así que ¿que tan imposible es lo "imposible"?
Mientras se debate en lo...
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No podía creer lo que mis ojos veían, era como ver un fantasma pero aún peor, di media vuelta esperando a que mi cabeza lo imaginarse todo, tomé la mano de mi hija y seguí caminando hasta que me retienen por la muñeca.
— Rosse, espera — habla pero yo no me giró a mirarlo pues sé perfectamente que caeré en su juego como en el pasado.
— Me confundes con alguien más — contesto viendo el suelo y tratando de safarme de su agarre que me producia una extraña corriente que recorría mi brazo.
— No hagas esto porfavor, tengo el derecho de conocer a mi hija — por un segundo puedo jurar que sentí algo de pena por él pero todo se esfumó de un momento a otro cuando los recuerdos regresan.
Me burlo.
— ¿Tu hija? ¿Ahora sí es tu hija? — pregunto con sorna y después arrebato la mano. Volteo a verlo mientras me felicito por qué mis rodillas no se doblaron por el miedo — ¡¿Como no pensaste en eso el día en que casi pierdo a mi niña por tu maldita culpa?! — lo abofeteo — no vengas a pedirme que te deje conocerla cuando uhiste como un vil cobarde a los brazos de tu madre.
La gente al rededor comenzaba a fijarse en nosotros, más por mi grito que por la belleza del hombre delante de mi.
— Lo sé, pero en ese tiempo solo pensaba en mi y sólo en mi. Ahora realmente me arrepiento de no haberla cargado o de escucharla decir su primera palabra, pero también me enferma que te dejé por tu cuenta en un país desconocido a cargo de una recién nacida.
