—¡Los odio! ¡Déjenme!
Gritó el pequeño niño de iris avellana, apartando con los heridos bracitos a sus hermanos, y se teletransporto como pudo hasta el interior de la mansión.
Temblaba y sollozaba de manera escandalosa, por supuesto que corrió en busca de su mamá para pedir auxilio. Ella mantenía una seria conversación con su esposo y las ex-mujeres de éste.
Él simplemente ignoró toda esa situación e interrumpió esa plática. El pobrecito se aferraba a su madre mientras la sangre goteaba de las mordeduras.
¿Por qué esas heridas no se curaban?
Akiyo se exaltó y al instante consoló al menor, que hipeaba sin cesar, tratando de callar sus quejidos.
Las tres mujeres miraron con una discreta sonrisa esa escena, bingo, habían demostrado que ese chiquillo era un debilucho que permitió ser mordido. Siendo él un vampiro, que deshonra.—¿Quién te hizo esto?
La compasiva mirada de la vampiro se transformó, junto con esa aura inofensiva que solía transmitir. Estaba furiosa. Mientras que su esposo observaba divertido la escena, era interesante ver esa faceta en Akiyo.
Entre gimoteos y sollozos pudo nombrar a los agresores; sus hermanastros. La mujer de yukata acarició nuevamente el cabello de su niño, quién poco a poco comenzaba a apaciguar el susto e impotencia que le provocó esa situación.
Cubrió las orejas de su hijo, para pronunciar de manera imponente y serena.
—Karlheinz Sakamaki, sé que te importa un carajo lo sucedido, pero si no haces algo al respecto en este instante juro que mañana no andarás así de sonriente... —cubrió a su pequeño para mantenerlo aislado de sus palabras— Y eso también va para ustedes, ridículas escorias.
Su serio semblante se mantuvo, y sin permitir que alguna de esas mujeres pudiera hablar, salió cargando a su pequeño vampiro, que se encontraba recuperado y sin marca alguna.
Desde ese día, nunca más volvió a ver a sus hermanos.
Hasta ocho años después, donde tratará de hacer las pases con ellos.◤❒◢
🥀 Viernes 13 de marzo del 2020.
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Queridos Hermanos |Diabolik Lovers|
Fanfiction- ¡Los odio! Gritó el pequeño niño de hebras rubio cenizo. En su cuellito aún se podían distinguir las marcas de colmillos, sus bracitos heridos temblaban apuntando de manera acusatoria a sus hermanastros. Sus ojitos color avellana estaban aguados...