CAPITULO 2 EL RESTAURANTE

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Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro mientras afirmo con la cabeza. Cojo el abrigo, el bolso y salimos a la calle. Vamos a un restaurante a las afueras de la ciudad, donde nadie pueda reconocernos. Es un restaurante muy elegante y caro. Rober ha reservado mesa ya, así que el maitre nos lleva hasta ella. Es una mesa que está en un rincón, un tanto apartada de la vista de la gente, pero no del todo.

Tras unos segundo aparece el camarero con la carta y  deja sendas carpetas sobre la mesa. Yo cojo una de las carpetas y empiezo a hojear, pero inmediatamente Rober me dice:

-          No hace falta que mires mucho la carta. Tu comida hoy, está bajo la mesa, así que arrodíllate y chupame la polla.

Me quedo sorprendida ante tal orden, primero no sé que hacer, pienso que Rober está hablando en broma, pero cuando vuelve a ordenarme:

-          Venga, ¿a qué esperas? Arrodíllate y métete bajo la mesa – ya no tengo más dudas, pues su tono de voz es fuerte y amenazador, así que tratando de que nadie me vea me cuelo bajo la mesa, que gracias a Dios tiene un largo mantel bajo el que puedo esconderme.

Una vez ahí, puedo apreciar, que Rober, ya se ha desabrochado los pantalones y ha sacado su miembro, que está erecto. Me acerco, lo cojo con la mano y arrimando mi boca a él, saco la lengua y lamo el glande. El pene da un pequeño saltito, señal de que esa suave caricia le ha gustado. Vuelvo a lamerlo y sigo haciéndolo durante unos segundos, mientras con la mano acaricio el tronco de aquella deliciosa verga. Finalmente me meto el glande en la boca y empiezo a chupetearlo, usando mi boca como si fuera mi sexo, quiero que Rober gima y que todo el mundo se entere de que algo pasa en aquella mesa, pero Rober, consciente y cauteloso de eso, trata de soportar el placer que siente sin emitir ni una sola señal de ese placer. Esa es una de las cosas que más me sorprende de Rober, su autocontrol en los momentos más excitantes de nuestros placenteros encuentros, procurando siempre que sea yo la primera en alcanzar el orgasmo y el placer mientras él deja el suyo para el final. Algo que muy pocas veces consigue Mario. Quizás por eso prefiero a Rober.

Ensimismada en mi labor de darle goce a Rober, oigo que el camarero le pregunta a Rober.

-          ¿Ya han decidido lo que desean?

Me quedo paralizada, pero Rober, metiendo la mano bajo el mantel y apretando mi cabeza contra su polla, me alienta a continuar con el trabajo mientras él responde:

-          Sí.

-          ¿No espera a la señorita? – oigo que pregunta el camarero.

-          No, la señorita ya está bien servida – le responde Rober.

Y realmente es así, pues yo sigo lamiendo y chupeteando su hermoso pene que vibra entre mis labios. Trato de hacer mi trabajo lo mejor que puedo, lamiendo todo el tronco y repasando con la lengua hasta la base y lamiendo entonces los huevos, mientras con la mano le aplico un masaje ascendente. Entretanto Rober pide el primer plato. Siento, entonces, el sabor salado de su líquido preseminal y me dentengo un rato. Estoy excitada y sé que Rober también lo está, y que si sigo chupando él se correrá. Pero Rober no quiere que me detenga y me dice:

- Sigue chupando, zorrita o no tendrás cena hoy.

Obedezco y continuo chupando esa exquisitez, mientras sigo masajeándolo con la mano. Rober sigue controlando sus ganas de suspirar, porque estoy segura que esas caricias le estan excitando. Rober enreda su mano en mi pelo, tratando de controlar mis movimientos, pero yo empiezo a lamer y chupetear cada vez más rápidamente; quiero que se corra, quiero sentir el sabor de su semen en mi boca, quiero saborear su esencia, como nunca antes he saboreado la de ningún otro hombre y chupada a chupada, sé que cada vez falta menos para lograrlo. Oigo como Rober emite un gemido y como con su mano aprieta con más fuerza mi pelo, señal inequivoca de que está a punto de correrse, además su pene se está hinchando cada vez más, hasta que siento como su esperma empieza a salir llenando mi boca. Trago todo lo que puedo mientras Rober se convulsiona vaciándose en mi boca.

ATRAPADA ENTRE DOS HOMBRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora