Capítulo 10: Golpes

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"Y, entonces, abrí la puerta de par en par, y ¿qué es lo que vi? ¡Las tinieblas y nada más!"—
Edgar Allan Poe

Se quedó petrificado en su sitio por un momento hasta que esos ojos verdes se clavaron en los suyos, esos ojos que ahora además de ese sentimiento de vacío que le transmitían demostraban terror en lo más profundo. No, no estaba viendo una cogida en el colegio más como solía pasar y era de lo más normal, esto era algo ilegal, una violación.

Generalmente Otabek solía no meterse en líos, odiaba tener que tratar con la gente y odiaba aún más que fuera en circunstancias donde los puños pudieran intervenir. Tal vez era que estaba siendo un buen samaritano con eso de Life Line y la ayuda a Kitten o que realmente le interesaba Plisetsky, pero de un momento a otro se vio a sí mismo alzando a su "amigo" por el cuello unos 10 centímetros del suelo y con una sola mano. Lo impactó contra la pared cercana dejándolo medio descolocado, al parecer aún no sabía qué demonios estaba pasando, al menos no hasta que retomó conciencia.

– ¿Qué mierda quieres, Beks? Este no es tu asunto, lárgate – escupió el descendiente de canadienses a quien hasta ese momento consideraba su amigo.

– Es mi asunto si quiero, ¿qué demonios te pasa, Jean? ¡Es un chico! Y tú tienes novia – lo dejó para volverse a ver al rubio quien ya se había puesto de pie con algo de dificultad, limpió su rostro con sus manos, tal vez estuviera llorando, no lo sabía – ¿Estás bien, Yuri? – le habló en ruso como siempre lo hacían, quiso acercarse para examinar el labio sangrante, suponía que el golpe que había escuchado al principio había sido el puño del capitán sobre su mandíbula el cual probablemente había vuelto a abrir la herida de su labio.

Yuri dio un manotazo cuando trató de tomar su rostro para verlo de cerca, a primera vista parecía colérico, con su rostro rojo y su ceño fruncido y que a cualquier contacto que tuviera le daría pie a molerlo a golpes... a primera vista. Porque Otabek, al buscar su mirada, se dio cuenta del shock en el que estaba además de su temor infinito y que ese temblor en sus puños bien cerrados no era la rabia aguantada para no caerle a putazos a alguno de los jugadores, sino de pánico puro.

Leroy sacó su celular y lo movió graciosamente ante los ojos de ambos, el kazajo no entendió qué demonios pasaba o por qué tenía su sonrisa estúpida y ese gesto teatral, pero al parecer el menor sí. Vio sus húmedos ojos abrirse de sobremanera y su piel perder color abruptamente, avanzó unos cuantos pasos hacia Jean y este hizo un gesto con su cabeza hacia él.

– Vete Altin, este no es tu asunto – le dijo el rubio pero en inglés.

– Ya oíste, Beks. Si quieres que también te la chupe tendrás que esperar tu turno.

Realmente odiaba los líos y esa era la primera vez que empezaba uno. Se abalanzó a Leroy con el puño en lo alto y lo encajó en su mandíbula, otros golpes siguieron y con ellos llegó el contraataque, por momentos ni siquiera podía ver dónde asestaba los golpes pero aún así continuó con ello.

Al menos fue así hasta que dos delgados brazos lo tomaron por los costados y lo arrastraron medio metro lejos del cuerpo del otro hombre. Yuri no lo dejó, sus brazos de cerraron aún más fuerte en torno a su torso cuando el otro chico se incorporó del suelo limpiando su nariz sangrante, no lo retenía para que no fuera a golpearlo nuevamente, el ruso se aferran a él con desesperación en un claro grito silencioso de auxilio.

– Dile que se vaya, Gatita, o ya sabes qué pasará. Ahora que lo recuerdo, Beks llegó después del escándalo de tus fotos, supongo que no las ha visto y por eso te defiende... ¿Quieres, verlas Altin? – sintió que su respiración se cortaba debido a la presión que los brazos del menor ejercían sobre él – Te las enviaré ahora mismo para que sepas qué tipo de perra crees que estás defendiendo.

Life Line «OtaYuri»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora