*Der Morgen Danach*

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Apagó la música de los auriculares al llegar al portal de su nuevo hogar. Se había acostumbrado a Barcelona más rápido de lo que se imaginó, a pesar de que el panorama era en todos los aspectos mucho más cálido que su amada pero fría Rusia: el invierno no era tan crudo y el verano era caluroso, la gente amable y el paisaje brillante.

Desde los 15 años había soñado con vivir en Barcelona cuando se retirase del patinaje competitivo, y ahora estaba ahí, justo frente al mar como siempre lo imaginó, en un lugar donde prácticamente nadie lo reconocía, pues España, en general, no siente una gran pasión por el patinaje artístico, así que le gustaba el sentido de libertad y privacidad que no había gozado en mucho tiempo.

Aún con ropa de deporte, el ruso abrió el buzón correspondiente a su vivienda y sacó el montón de cartas; subió las escaleras de los 8 pisos que lo separaban de su departamento, una costumbre de sus años como competidor que se negaba a perder, pues, con sus 34 años, Plisetsky seguía considerándose un deportista.

Hizo malabares para abrir la puerta mientras sostenía la botella de agua, la toalla y el manojo de cartas con la otra mano. Soltó el montón de sobres en el recibidor después de darles un vistazo, entre la correspondencia estaba una carta de parte de Katsuki con la foto de un pequeño niño de piel oscura ojos verdes y rizos apretados, sonrió al leer que era su cuarto pequeño, ¿el calvo y el cerdo pasaban hacer su propio equipo de fútbol?; observó el resto de la correspondencia: publicidad, facturas, estados de cuenta, y un sobre con únicamente su nombre en él.

Dejó esa última carta sobre su mesita de noche para leerla más tarde y ahí la olvidó el resto del día cuando se ocupó en algo más.

Al caer la noche se encontró de nuevo con la carta, por lo que salió al balcón a leerla. Le gustaban las noches de Barcelona, en verano eran perfectas, no había calor sofocante y la brisa marina refrescaba la piel, así que se sentó en la iluminada terraza dispuesto a darle lectura.

 Le gustaban las noches de Barcelona, en verano eran perfectas, no había calor sofocante y la brisa marina refrescaba la piel, así que se sentó en la iluminada terraza dispuesto a darle lectura

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Querido Yuri:

Han pasado tantos años que creí que te había superado, mi sorpresa fue monumental cuando te vi recorrer la rambla de Barcelona cargado de bolsas, sentí el impulso de levantarme del lugar y correr hacia ti, para mi desgracia, mantuve la compostura, pero no pude evitar grabarte en mi pupila, no sabes como desearía poder escribir que estás igual que hace tantos años, poder poner en este papel que no has cambiado nada, pues eso me daría la ilusión de que el tiempo no ha pasado, de que tal vez tu y yo seguimos orbitando en el tiempo y el espacio correcto.

Desearía poder escribir que tu y yo seguimos siendo los mismos pero no es verdad... Yuri, como haz cambiado en realidad, con el cabello tan corto que deja tus ojos al descubierto, con ese cuerpo atlético tan característico tuyo ¿recuerdas que eras más bajo que yo? ¿me recordarás siquiera? El Yuri actual es alto e imponente, me pregunto cuánto medirás ahora. Como haz cambiado Yuri... a pesar de tu ceño fruncido luces mucho más tranquilo, más feliz.

Der Morgen DanachWhere stories live. Discover now