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─Necesitamos refuerzos─ dice.
─¿Refuerzos?─ pregunto.
─Sí─ dice─ pasame tu celular.
Asiento y se lo paso. Lo enciende y lo coloca sobre la mesa frente a ella con el altavoz encendido. Suena, y por último, Matías contesta.
─¿Pedrito?─ pregunta Mati desde el otro lado del teléfono, suena como si acabara de despertar.
─Angie─ contesta ella.
─¿Qué mierda queres vos?─ pregunta Matías molesto─ ¿y qué haces con el teléfono de Pedrito?
Angie se ríe y me mira.
─Estoy aquí, Matías─ le digo al teléfono.
─¿Qué pasa, Pedro?─ dice él soltando un claro suspiro.
─¿Tenes guita?─ le pregunta Angie sin rodeos.
Matías duda.
─¿Por qué?
─Pedrin necesita comprar un beso de su chico─ sonríe Angie.
─¿Pagas por sexo ahora, bro?─ pregunta él─ no es que crea que es una mala idea, ni nada. Vos podes hacer lo que se te cante, pero... ¿en serio?¿vos?. Perdón, tampoco es que quiera juzgarte.
Me río. No puedo evitarlo.
─Ya sé. No puedo pedirte dinero. No te preocupes. Angie no debería haberte llamado.
Pero Angie se abalanza.
─Así que, ¿tenes dinero?─ le pregunta.
Mati resopla, hace algunos ruidos, vacía sus bolsillos, escucho monedas cayendo, él suelta un suspiro, camina y luego lo escucho gritar:
─¡Che, amor, veni!
─¿Me llamaste?─ puedo oír a Rod aproximarse.
─Pedrito necesita un poco de guita para que pueda comprar un prostituto─ dice Matías.
─Él no es un prostituto─ protesto.
Pero Angie está riendo como loca por ahora. Rod y Matías se unen.
Genial.
─¿Tienen o no?─ pregunta Angie al teléfono.
─Algo─ dice Rod.
─¿Podes traerlo?
─¿Dónde?
─Veni a la universidad. Para el puesto de besos. En el patio.
Matías exhala un suspiro.
─Estaremos allí─ el teléfono muere.
─¿Crees que tendremos suficiente?─ me estoy poniendo ansioso ahora.
─Tendrás más de lo que crees─ Angie palmea una mano sobre mi hombro y la aprieta.
