Epilogo

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-Así, por el poder que me confiere el estado de Nueva York y los tipos de Internet*, los declaro oficialmente unidos en sagrado matrimonio. Pueden besarse.

-¡En tu cara Rhodey!

-¡Joder Stark no pudiste esperar a que pasara siquiera un día para que el chico cumpliera la mayoría de edad!

-Superarlo Rhodes, ya los casaron. Así que páganos.

-Cierra la boca Happy.

Anthony Edward Stark estaba impactado de la sorpresa, no podía creer justo cuando estaba por sellar el acto del sacrosanto matrimonio, después de una larga y emotiva ceremonia que había hecho llorar a la mitad de los invitados, e iba a besar a su precioso esposo en una escena que seguro iba humillar a los actores de "Diario de una pasión" ¡los idiotas de sus amigos salían a arruinarlo!

-¡James Rhodes, Happy Hogan! ¿Están dementes o qué? ¡Me avergüenzan!

¡Oh por fin! Alguien con la voz de la razón. 

La maravillosa de Pepper hacía su aparición, que bueno que su mejor amiga, CEO y una de las madrinas de su cónyuge iba a poner en su lugar a aquellos dos, porque él no podía aún salir de su estado de shock, pero gracias a los cielos que tenía a alguien como Virginia Potts para defender la solemnidad del momento.

-Si vamos a cobrar las apuestas se debe hacer de la manera correcta.

A la mierd...

De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo. 

Esto no estaba pasando, era su imaginación, sí, seguramente era su retorcida y genial mente que le estaba pegando en sus bolas al observar como Pepper, la mujer más centrada y sería que conocía, ordenaba a unos tipos del servicio colocar una especie de pizarra en medio de aquel jardín de ensueño donde se suponía que las sillas de sus invitados estaban (si estaban) hace unos minutos perfectamente acomodadas. Definitivamente tenía que estar alucinando, porque no podía ser posible que aquellos invitados ataviados en sus mejores galas se acercaran a la pizarra en un borlote reclamando, festejando y lamentando lo estaba escrito como si fueran cualquier jugadorsucho de las vegas. Joder no podía ser cierto que estuviera viendo a todos sacar carteras, chequeras, celula..¿Acaso eso era una terminal bancaria?

Estaba delirando, eso estaba pasando, seguro, sabía que no debió comer aquellas siete donas antes de posarse en el altar, ¡pero no podían culparlo! Los nervios habían sido demasiados. Ahora se arrepentía, porque obviamente eran donas rancias que le estaban provocando la mayor y más vivida ilusión que había tenido en sus 45 años de vida, porque debía ser una ilusión que su improvisada, romántica y perfecta boda de ensueño ¡se estuviera convirtiendo en un bar de apuestas!

-¡Te dije que apostaras por el mismo día! Tú mejor que nadie sabía que Tony no iba a aguar ni unas horas.

-¡Eso me pasa por tener fe en ti Tones! ¿Tienes idea de toda la plata que perdí?

Bien, eso definitivamente no era una alucinación producto de la comida rancia o el estrés del gran paso. Su boda improvisada, romántica y perfecta de ensueño SÍ se estaba convirtiendo en un bar de apuestas.

¡Ah pero lo iban a escuchar! Él era Anthony Edward Stark y no iba a permitir que siguieran transformado su día especial y de su chico en un circo.

-Ustedes hijos de...

-Peps ¿cuánto gané yo?

El ingeniero dirigió su mirada al dueño de esa vocecita tan dulce.

¡Pero qué demonios!

-Peter cariño, creí que lo sabías. Tú no entraste en la apuesta, ahora eres un Stark, por lo tanto te sobra el dinero, no hubiera sido justo.

No son Celos. StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora