Querido Brian:
Llegué a casa dando un portazo. Mi madre me preguntó qué me pasaba y le dije «Nada» cómo respuesta.
Ella no sabía de ti, Brian. Bueno, no sabía de nosotros, de lo que nos pasaba, o por lo menos a mi. Me alegró de que no lo sepa; ahora mismo debería estar contándole lo que sucedió, lo que estuvo mal, pero no, ella no sabe de ti: me ahorro el tiempo.
Quisiera haber sabido que esto iba a pasar, tal vez así iba a acabar con esto antes de terminar con el corazón roto.
Me destrozaste el alma, Brian. O quizá yo me la destroce sola. A mi también me gusta acabar con las cosas. Pude acabar contigo en ese mismo momento pero yo no era cómo tú. Yo no lastimaba a lo que amaba.
¡Acabo de darme cuenta, Brian! ¡Tú nunca me amaste!
Quien en verdad te amó, N.