Doki Doki Literature Club - Saga de one-shots

Polos Opuestos (Yutsuki/Natsuri)

Aviso importante:

Los poemas que aparecerán son creados por mí, así que si en algún momento se desea usarlos, se ruega que pongan créditos (el link de este capítulo mismamente).

Gracias por su atención.

Disfruten.

Pd: El One Shot estará enteramente visto desde la perspectiva de Natsuki.

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Ella no lo sabía, pero desde hacía días había comenzado a sentir cosas raras.

Y no, no raras del tipo dolor de barriga o de cabeza.

Raras del tipo de sentir "mariposas por el estómago".

En un principio lo había achacado a la desnutrición que el trato de su padre con respecto a la comida le causaba.

La pelirrosa lo había dejado pasar.

"Ya pasará", se decía.

.    .    .

Era un nuevo día, los rayos del sol la despertaron, "por fin es viernes", pensó Natsuki.

Ya sabía lo que eso significaba, ella y las chicas saldrían a dar una vuelta por el centro comercial.

Desde aquel lunes, un chico castaño de ojos ámbar había sido traído al club por Sayori.

Al principio había protestado por ello, el club era algo que la hacía distraerse de la realidad de su vida de mierda.

Todo lo que dijo fue inútil, aquel chico acabó ingresando en el club como un miembro más.

Yuri se mostró indiferente, yo me negué en rotundo, y Monika optó por darle un voto de confianza.

Dos contra una, no había más que decir.

Tras salir de mi casa ya preparada para ir al instituto, me encaminé a casa de Yuri para que fuéramos juntas al instituto, hace unos días nos habíamos encontrado, y desde entonces ya se había vuelto rutina.

Al llegar ella no estaba todavía, algo raro en ella, quien solía ser bastante puntual.

Tras cinco minutos noté movimiento y vi como la puerta de su casa se abría.

Aquella pelimorada caminó hacia mí.

—Siento haber tardado, Natsuki.—la chica me ofreció una tímida sonrisa de disculpa.

—No te preocupes, no pasa nada, tampoco llevo esperando tanto tiempo.

Después seguimos hablando de temas triviales hasta llegar al instituto.

Nos separamos y fuimos a nuestras respectivas clases, otra aburrida jornada de clases empezaba.

En cuanto toqué mi sitio coloqué mi cabeza entre mis brazos, esperando que el profesor de turno llegara a soltar su sermón.