Hay cosas que, simplemente, nunca cambian. Cuando el sol se esconde, la luna se alza para bailar toda la noche con las estrellas, hasta caer rendida sobre los tejados de Londres. Cada noche se viste distinto, algunas veces no quiere que la vean y en cambio otras resulta tan irresistible, que consigue sacar el lado más salvaje de los que viven bajo su hechizo. Hay cosas que, simplemente, nada ni nadie puede cambiarlas. En trece años nada había conseguido cambiar la forma en la que Sirius Black mira, embelesado, a Remus Lupin. Trece años que se suman a su contador pesando como siglos, ahora libre, escuálido, con más tatuajes pero con algo menos de alma.
Le gusta mirar a Remus cuando lee el periódico por las mañanas y frunce el ceño cuando el texto le inquieta. Le mira cuando duerme, cuando tiende la colada, cuando están cerca, tan cerca, que solo hace falta que sus ojos se encuentren para estallar. Ahora le mira mientras saca fotos en Trafalgar Square al alba, igual que lo hizo el crío de dieciocho años terco, rebelde y volátil, justo antes de prometerle una victoria y un sacrificio. Ambos se sientan a los pies de la estatua de Nelson, en silencio.
—Remus.
—Canuto.
Se estremece al escucharle decir eso. Le abruman los recuerdos, con la misma violencia con la que el mar enfurecido golpeaba los muros de Azkaban. Traga saliva.
—Hace diecisiete años me dijiste, aquí mismo, que no existía manera de decirme lo mucho que te importaba.
Remus suspira y se toma su tiempo para contestar. Le coge de la mano y desliza el pulgar sobre los nudillos tatuados de Sirius. Sonríe con amargura.
—Y sigo sin encontrarla. Lo único que sé es que, a pesar de todo, ese sentimiento sigue siendo el mismo.
La mirada de Sirius se ensombrece y asiente levemente.
—Pues yo sí que la he encontrado. —casi puede sentir la respiración de Remus cortándose, la losa cayendo sobre su pecho, el miedo en sus ojos, demasiado abiertos—. Sabes que yo siempre he sido más de actos que de palabras pero... déjame intentarlo.
—Claro.
—Lo que más he podido hacer en Azkaban, a parte de matarme de hambre, ha sido reflexionar. He tenido el tiempo suficiente para darle vueltas a quién he sido y quién soy, a los porqués de mis actos e incluso he podido fantasear en cómo habría sido mi vida si este detalle o este otro, simplemente no hubieran existido. Y la conclusión a la que llegué es que he sido un condenado idiota. Lo único que he hecho bien en toda mi vida es hacer sufrir a aquellas personas que me importan.
La expresión de Remus cambia, casi podría decirse que está enfadado.
—Eso no es cierto.
—Lo es, Remus. –le mira a los ojos, serio —. Mírate. Estás destrozado y agotado. Y todo es por mi culpa, porque decidí tomarme la justicia por mi propia mano.
—No vamos a competir para ver cuál de los dos está más hecho mierda pero, ese no es el punto. No es tu culpa, Sirius. James y Lily no murieron por tu culpa. Yo no estoy mal por tu culpa.
Remus le miente. Sí está mal por su culpa. Sí que ha pasado los peores años de su vida por su culpa. Por culpa de que tratar con él fuera como acercar una llama a un cajón de dinamita. Pero nunca se lo recriminará, no es capaz. Porque sabe que ni la miseria, ni la casa helada en invierno, ni la luna de cada mes se comparan a lo que Sirius acaba de dejar atrás.
—La cosa es, Remus, que cuando me ponía a pensar, lo único que me mantenía cuerdo y con ganas de seguir vivo un minuto más era tu recuerdo. Justo ahí. — su índice señala el centro de la frente de Remus —. Y, poniéndolo en perspectiva, no estoy seguro de que haya sido bueno para ti. Pero soy un cobarde y no puedo, simplemente, dejarte ir. Porque si me lo pidieras ahora mismo me arrodillaría y prometería pasar contigo todas las noches de luna llena que te queden. Pero no puedo.
—¿Qué intentas decirme con esto?
—Que te quiero, Remus. Y que me arrepiento de no habértelo dicho antes. Porque el recuerdo se lleva en la mente, pero tú... tú estás enredado mucho más adentro.
Y Sirius lo hace. Su mano huesuda, fría y experta, se abre paso entre las capas de ropa y se para justo encima de su corazón, que se le desboca dentro del pecho mientras se le nublan los sentidos. Revive la tormenta.
"Aquí estás tú. Debajo de la piel, Lunático."
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Constellate | Wolfstar
Fiksi PenggemarColección de one-shot de Wolfstar (Sirius Black y Remus Lupin). Estos one-shot mezclan el canon de J.K. Rowling con el establecido por LA BIBLIA del Wolfstar, el archiconocidísimo Marauder!Crack, escrito por Irati (@miss_journal en LiveJournal)...